Tuesday, January 15, 2008

HEMOS CAIDO MAS BAJO QUE EL BETUN


No soy amigo de este tipo de “poema”. Pero me llegó a mi email y lo comparto con ustedes ahora porque, tras la historia de nuestra moneda nacional que relata el mismo, está la triste realidad que ha dejado las cinco décadas de dictadura. Triste. Muy triste. (Disculpen un par de malas palabras, no es mi estilo, pero el “poema” llegó así).



El peso cubano

Yo soy el peso cubano y aunque aun me llame así
hoy queda de lo que fui tan sólo un recuerdo vano.
Yo era orgullo del cubano que iba conmigo a un hotel, a un restaurante
y con él compraba carros, mansiones, y hasta el pasaje de aviones …
yo jugaba mi papel.

Yo tuve el mismo valor que el dólar americano,
siempre a mano de la mano del pueblo trabajador.
Hoy me duele el deshonor que se reniegue de mí,
verme desplazado así del sitio que yo ocupé
y que Washington esté por encima de Martí.

A mí nunca me gustó tener al dólar de amigo
él compartía conmigo hasta que me derrotó.
Su victoria no bastó para saciar su arrogancia
y con esa petulancia de cinismo vil y cruel
me ha dejado hecho un papel sin la menor importancia.

Tan destrozado quedé que resultó al fin y al cabo
valer menos que un centavo que otrora representé.
Me arrojan de un puntapié de cualquier cafetería,
y es tan poca mi valía que con todo lo que integro
sólo en el mercado negro compro alguna bobería.

Soy paga del pobre obrero que no goza de mis bienes,
vives igual si me tienes que si no tienes dinero.
Me desprecia el mundo entero; dicen que no valgo nada,
sólo compro jamonada, sobres de sopas
y tal vez alguna pieza de ropa que aquí llaman reciclada.

Viaja el dólar de etiqueta en guaguas que son mansiones,
yo sólo viajo en camiones camellos y bicicletas.
Al dólar se le respeta, él es todo un caballero;
donde él llegue, lisonjero… ¿Qué desea usted, señor?
Yo en cambio, lleno de horror, ¡No puede entrar, compañero!

Hoy me siento relegado a un tercer mísero plano
por otro peso cubano que es un dólar disfrazado.
El pueblo lo ha bautizado con el mote de chavito,
pues como yo, el pobrecito sufre de igual jodedera,
que al salir de mi frontera no vale ni un centavito.

Mis quejas yo las formulo a nombre de mi pueblo fiel
que no obtiene un buen papel ni para limpiarse el culo;
que trabaja como un mulo con tesón y sin desgano
para que un americano, que al final es su enemigo,
haya acabado conmigo, el pobre peso cubano.



Noticia posteada por los Miquis ayer; interesantes comentarios.

4 comments:

  1. El pobre peso, ya nunca será lo que fue...
    Muy bueno su testimonio!! Triste, como apuntas, que todo lo que diga sea verdad...

    ReplyDelete
  2. una realidad llevada a un poema jocoso.

    ReplyDelete
  3. caramba, hace rato no veIa esos pesossss...

    ReplyDelete
  4. Vaya Gacetillero. una ayudita:

    El peso cubano

    Yo soy el peso cubano
    y aunque aun me llame así
    hoy queda de lo que fui
    tan sólo un recuerdo vano.
    Yo era orgullo del cubano
    que iba conmigo a un hotel,
    a un restaurante y con él
    compraba carros, mansiones,
    y hasta el pasaje de aviones …
    yo jugaba mi papel.

    Yo tuve el mismo valor
    que el dólar americano,
    siempre a mano de la mano
    del pueblo trabajador.
    Hoy me duele el deshonor
    que se reniegue de mí,
    verme desplazado así
    del sitio que yo ocupé
    y que Washington esté
    por encima de Martí.

    A mí nunca me gustó
    tener al dólar de amigo
    él compartía conmigo
    hasta que me derrotó.
    Su victoria no bastó
    para saciar su arrogancia
    y con esa petulancia
    de cinismo vil y cruel
    me ha dejado hecho un papel
    sin la menor importancia.

    Tan destrozado quedé
    que resultó al fin y al cabo
    valer menos que un centavo
    que otrora representé.
    Me arrojan de un puntapié
    de cualquier cafetería,
    y es tan poca mi valía
    que con todo lo que integro
    sólo en el mercado negro
    compro alguna bobería.

    Soy paga del pobre obrero
    que no goza de mis bienes,
    vives igual si me tienes
    que si no tienes dinero.
    Me desprecia el mundo entero;
    dicen que no valgo nada,
    sólo compro jamonada,
    sobres de sopas y tal vez
    alguna pieza de ropa
    que aquí llaman reciclada.

    Viaja el dólar de etiqueta
    en guaguas que son mansiones,
    yo sólo viajo en camiones
    camellos y bicicletas.
    Al dólar se le respeta,
    él es todo un caballero;
    donde él llegue, lisonjero…
    ¿Qué desea usted, señor?
    Yo en cambio, lleno de horror,
    ¡No puede entrar, compañero!

    Hoy me siento relegado
    a un tercer mísero plano
    por otro peso cubano
    que es un dólar disfrazado.
    El pueblo lo ha bautizado
    con el mote de chavito,
    pues como yo, el pobrecito
    sufre de igual jodedera,
    que al salir de mi frontera
    no vale ni un centavito.

    Mis quejas yo las formulo
    a nombre de mi pueblo fiel
    que no obtiene un buen pape
    l ni para limpiarse el culo;
    que trabaja como un mulo
    con tesón y sin desgano
    para que un americano,
    que al final es su enemigo,
    haya acabado conmigo,
    el pobre peso cubano.

    ReplyDelete