No, no es que el equipo de los New York Yankee vaya a desaparecer, Dios nos libre de ello. Pero hoy, a partir de la una de la tarde (Hora del Este), los mulos de El Bronx inauguran en su estadio la temporada regular de béisbol del 2008, y dicho juego es el último primer juego de temporada en la casa que albergó a los legendarios Babe Ruth y Joe DiMaggio, o leyendas vivas como Derek Jetter o nuestro Orlando “El Duque” Hernández. El próximo juego de inicio de temporada, en abril del 2009, será en un estadio nuevo.
El Yankee Stadium es, hoy por hoy, el tercer parque beisbolero más antiguo del país, precedido sólo por el Fenway Park, de los archi-enemigos Boston Red Sox, y el Wrigley Field de los Chicago Cubs. Desde 1923, el estadio más famoso del mundo ha sido el orgullo de ese condado por tiempo olvidado –hoy día revitanlizándose- que es El Bronx, por sus 26 campeonatos mundiales y una estela de luminosas estrellas del béisbol de las Grandes Ligas como huéspedes.
Bill Dickey, Lou Gehrig, Joe DiMaggio and Yony Lazzeri /AP 1936
Tristeza me da pensarlo, y también escribirlo. La catedral del béisbol estadounidense, tal como la conocemos hoy, será demolida. Pero así es el desarrollo. Y, sin duda alguna, el nuevo Yankee Stadium traerá excelentes recompensas. El proyecto es parte de una reurbanización a gran escala, que incluye un hotel, un centro de conferencias y, lo que observo como más importante de todo, una escuela secundaria relacionada con los deportes. ¡Cuán necesaria por estos lares!
El nuevo estadio estará localizado justo al norte del actual. Tendrá las mismas dimensiones y medidas de las cercas y muros, una capacidad para 51,500 fanáticos, aproximadamente, y su exterior será una réplica del original. Entre el terreno y la estructura externa habrá un hall, con casi seis veces más de espacio en pies cuadrados que el actual, para tiendas, restaurantes y bares, y todo esto se calcula a un costo de $1.3 billions (hagan ustedes la conversión a cientos de millones, porque para mi es muy complicada esta matemática).
Para muchos, hoy es un día más de inicio de temporada beisbolera en El Bronx. Pero, para otros muchos como yo, hoy es un día histórico. Triste, porque dentro de un año, el viejo estadio –este donde hoy todavía juegan- ya habrá sido demolido. Pero, entre despedidas y bienvenidas se ha desarrollado el mundo.