A todos los lectores de El Imparcial Digital:
Gracias por acompañarme durante todo el año. Por compartir sus criterios; por sus comentarios enriquecedores; por sus palmadas digitales en la espalda dándome ánimo; por esta cotidianidad que nos ha permitido, como artesanos empíricos, ir reconstruyendo una parte de nuestro pasado piececita a piececita.
Gracias por acompañarme durante todo el año. Por compartir sus criterios; por sus comentarios enriquecedores; por sus palmadas digitales en la espalda dándome ánimo; por esta cotidianidad que nos ha permitido, como artesanos empíricos, ir reconstruyendo una parte de nuestro pasado piececita a piececita.
En el plano personal, este fue un año de pérdidas irreparables y cambios radicales. También, de nuevos amigos, muchos de ellos todavía sin rostros, sin gestos, sin voces, pero que yo se que han llegado para quedarse.
Mi agradecimiento a todos lo resumiré con una pequeña historia. Comenzó a principio de año con un email, donde una persona no identificada ponía a mi disposición su archivo de fotos de Cuba para que lo usara si lo deseaba o necesitaba. Tras unos cuantos intercambios e-epistolares, aquella oferta se volvió contraoferta. Así nació la columna semanal del arquitecto Cheo Malanga, profesional muy ocupado allá en Miami, que ha tomado sus datelines con la misma puntualidad como si de compromiso con el Wall Street Journal se tratara tras un jugoso contrato. Desde entonces, todos los miércoles nos regala -literalmente hablando- sus estampas de la historia de la arquitectura cubana. Sin Cheo, a El Imparcial Digital le faltaría uno de sus más sobresalientes condimentos.
¡Gracias Cheo! En realidad, yo no tengo cómo agradecerte.
A Zoé Valdés, un fuerte abrazo por su infinita generosidad. A The Fan-frates Club, un especial beso. A los socitos, un five. A todos, un feliz año nuevo, ojalá que el 2009 nos traiga esa esperada noticia, y otras tantas que nos devuelvan la esperanza.
Mi agradecimiento a todos lo resumiré con una pequeña historia. Comenzó a principio de año con un email, donde una persona no identificada ponía a mi disposición su archivo de fotos de Cuba para que lo usara si lo deseaba o necesitaba. Tras unos cuantos intercambios e-epistolares, aquella oferta se volvió contraoferta. Así nació la columna semanal del arquitecto Cheo Malanga, profesional muy ocupado allá en Miami, que ha tomado sus datelines con la misma puntualidad como si de compromiso con el Wall Street Journal se tratara tras un jugoso contrato. Desde entonces, todos los miércoles nos regala -literalmente hablando- sus estampas de la historia de la arquitectura cubana. Sin Cheo, a El Imparcial Digital le faltaría uno de sus más sobresalientes condimentos.
¡Gracias Cheo! En realidad, yo no tengo cómo agradecerte.
A Zoé Valdés, un fuerte abrazo por su infinita generosidad. A The Fan-frates Club, un especial beso. A los socitos, un five. A todos, un feliz año nuevo, ojalá que el 2009 nos traiga esa esperada noticia, y otras tantas que nos devuelvan la esperanza.
(Si desea conocer la historia de la famosa bola de Times Square, aquí la lee, con datos actualizados hasta la bola con la que esperamos el 2008)