Camino por una de las intersecciones de la 2da Avenida del barrio Yorkville y me transporto a 1900, cuando el Alcalde Van Wyck -picoteando un pedacito de terreno frente a la Alcaldía- oficialmente inauguró la construcción del sistema de trenes subterráneos de la Ciudad de New York.
Entonces pienso en los vecinos de Dowtown Manhattan de la época, en los desvíos que comenzaron a sufrir en sus trayectos cotidianos, el ruido constante de las maquinarias en el ambiente, el polvo sobre sus trajes, largos vestidos y sombreros, las alteraciones a sus vidas diarias en nombre del futuro, del cual muchos de ellos ni siquiera se sentían parte.
Entonces pienso en los vecinos de Dowtown Manhattan de la época, en los desvíos que comenzaron a sufrir en sus trayectos cotidianos, el ruido constante de las maquinarias en el ambiente, el polvo sobre sus trajes, largos vestidos y sombreros, las alteraciones a sus vidas diarias en nombre del futuro, del cual muchos de ellos ni siquiera se sentían parte.
Conozco las maldiciones que pasaron por sus cabezas porque, más de un siglo después, también sufro las consecuencias en nombre del futuro con la construcción de la nueva línea del subway ubicada a lo largo de la 2da Avenida desde hace más de cuatro años.
Recuerdo que a principio del 2008 mostré fotos del inicio de esta obra monumental. Hoy día no tengo memoria de cómo era la 2da Avenida antes de que los vecinos sintieran sobre sus espaldas el peso del mañana.
Recuerdo que a principio del 2008 mostré fotos del inicio de esta obra monumental. Hoy día no tengo memoria de cómo era la 2da Avenida antes de que los vecinos sintieran sobre sus espaldas el peso del mañana.
Supongo que, cuando se termine esta década y la nueva línea de subway sea parte del día a día de esta ciudad, ningún neoyorquino pensará en mi amiga Sumy ni en los miles de vecinos que -como aquellos del Turn of the Century en Downtown Manhattan- maldijeron el intangible futuro.
Fotos: Natacha Herrera.