Los Del Valle desayunan con la paciencia de quienes disfrutan cada minuto de la vida, hasta aquéllos intrascendentes y anónimos que quedarán en el olvido. Por la ventana se aprecia la grisura que anuncia el otoño prematuramente.
Escolástica rompe el silencio.
“Mi Éufrates, ¿te acuerdas cuando por primera vez materializamos los apetitos carnales en aquel lugar que no me atrevo a mencionar en público, escuchando Al tibio amparo de la 214?”
Éufrates se alisa una punta del mostacho y con la misma mano derecha se alisa la otra punta.
“Mmmjú… Sí, por supuesto que lo recuerdo”.
Limpiando sus labios con una servilleta de hilo, Escolástica le dice:
“Me acuerdo que aquella noche quedamos en que esa canción sería la nuestra en cada uno de nuestros aniversarios. ¿Cómo fue que más nunca la volvimos a escuchar?”
El pedazo de tostada francesa ensartada en el tenedor de Éufrates cayó al piso alterando la apacibilidad de la mañana. El tenedor también.
Éufrates le echa una mirada a la grisura perdida en lontananza, y con su aplomo habitual algo alterado responde:
“Debe ser porque después de ese día entramos en la Universidad, nos graduamos, nos amargamos diariamente porque no queríamos pasar la vida en una doble moral, nos fuimos de Cuba, empezamos de cero, vimos caer el Muro de Berlín en nuestro primer apartamentico de Miami y a las Torres Gemelas desde nuestros trabajos aquí en New York, hemos disfrutado a algunos de nuestros sobrinos mientras han ido creciendo, con alegría recibimos la llegada de los sobrinos nietos, hemos viajado hasta donde hemos podido, enfermado y curado, testigos de bodas, divorcios y funerales, la caída de un Castro, la subida del otro, ¡y Silvio Rodríguez sigue confundiendo a Cuba con un par de dictadores!”
Escolástica se agacha y recoge el tenedor con el pedazo de tostada francesa todavía ensartado y comenta:
“¿Confundiendo…? A los no cubanos que siguen su blog, dirás tú.
“Mmmjú…” Volvió a carraspear Éufrates. “Creo que ya tenemos que empezar a sacar los impermeables…”
Escolástica rompe el silencio.
“Mi Éufrates, ¿te acuerdas cuando por primera vez materializamos los apetitos carnales en aquel lugar que no me atrevo a mencionar en público, escuchando Al tibio amparo de la 214?”
Éufrates se alisa una punta del mostacho y con la misma mano derecha se alisa la otra punta.
“Mmmjú… Sí, por supuesto que lo recuerdo”.
Limpiando sus labios con una servilleta de hilo, Escolástica le dice:
“Me acuerdo que aquella noche quedamos en que esa canción sería la nuestra en cada uno de nuestros aniversarios. ¿Cómo fue que más nunca la volvimos a escuchar?”
El pedazo de tostada francesa ensartada en el tenedor de Éufrates cayó al piso alterando la apacibilidad de la mañana. El tenedor también.
Éufrates le echa una mirada a la grisura perdida en lontananza, y con su aplomo habitual algo alterado responde:
“Debe ser porque después de ese día entramos en la Universidad, nos graduamos, nos amargamos diariamente porque no queríamos pasar la vida en una doble moral, nos fuimos de Cuba, empezamos de cero, vimos caer el Muro de Berlín en nuestro primer apartamentico de Miami y a las Torres Gemelas desde nuestros trabajos aquí en New York, hemos disfrutado a algunos de nuestros sobrinos mientras han ido creciendo, con alegría recibimos la llegada de los sobrinos nietos, hemos viajado hasta donde hemos podido, enfermado y curado, testigos de bodas, divorcios y funerales, la caída de un Castro, la subida del otro, ¡y Silvio Rodríguez sigue confundiendo a Cuba con un par de dictadores!”
Escolástica se agacha y recoge el tenedor con el pedazo de tostada francesa todavía ensartado y comenta:
“¿Confundiendo…? A los no cubanos que siguen su blog, dirás tú.
“Mmmjú…” Volvió a carraspear Éufrates. “Creo que ya tenemos que empezar a sacar los impermeables…”
10 comments:
Delicioso desayuno....lo he disfrutado mucho.
qué gran verdad, mi querido.... a estas alturas y todavía lidiando con esos fantasmas y racionalizando la ruptura....
que la grisura del otoño no empañe tu desayuno... pensá en que por aqui abajo se viene la primavera.
un cordial saludo rioplatense.
Saludos estimado Taorisimo! Me alegra que lo hayas disfrutado!
Luisc, lo que empano el desayuno no fue la grisura del otono, sino la grisura mediocre involutiva del autor de "Al simple amparo..." LOL!
Bonita escena, digna de ser representada en una plana de cómic, eso sí, con tintas grises, emulando el ambiente otoñal neoyorkino y los pensamientos de Silvio.
entendido, mi estimado...
yo me aprendí en la guitarra algunas de sus canciones hasta que me harté de tanta melancolía y de la grisura del funcionario... por suerte, estética y autor superados hace décadas...
Muchos nos amamos con esas canciones.Que con el tiempo las hemos olvidado.
Como dice Luisc no dejen que esos fantasmas empanen su desayuno.
Me he divertido mucho y me lo imagino. ¡Qué suerte conocerte! Un abrazo
Aunque no sé que es "Al tibio amparo de la 214", me he divertido muchísimo con esta escena de estos dos inolvidables personajes.
Esos saltos espontáneos de Eufrates no son fáciles de olvidar...con tenedor y todo.
Que pena que no hayan podido escuchar esa canción por tanto tiempo, su canción.
Y el Otoño...ahhh, el Otoño.
Las cigarras morirán lentamente, cantando su himno con fiero tesón, y los campos vestirán de pardo, irónicamente en forma de adiós.
Y otra vez el otoño crujiente, dará a nuestras vidas un nuevo color, al barrer con su lluvia templada, impuros deseos de fuego y de sol.
Mister Eufrates, ¿Porqué no nos invita mas a menudo, a todos sus seguidores, a un desayuno virtual con usted y su amada?
Se lo agradeceremos mucho, se lo aseguro.
Anonymous, creo que eso nos paso a un par de generaciones de cubanos. Afortunadamente, tambien como luisc "estética y autor superados hace décadas..."
Guille, suerte la mia de conocerte a ti! Llamame!
Gusano, veo que el otono lo ha vuelto poeta. "Al tibio amparo de la 214" es una cancion de Silvio, asi empezaba, pero no recuerdo cual es el titulo; por favor, no le comenten de este olvido a Escolastica... LOL!
Don Eufrates, con todo su respeto...en cuanto vea a Escolastica en la bodega de la esquina, se lo digo.
San Nicolás es pequeño.
Post a Comment