DE JUANES, MIGUELES... Y PANFILOS

Harto estoy del “tremendo descaro...”
Harto estoy de extranjeros hablando de mi país como si lo conocieran mejor que yo.
Harto estoy de la palabra paz como trampolín para promocionar dictaduras.
Harto estoy de quienes usan la manida frase de “unir a los pueblos”, cuando mi pueblo es uno solo; si dividido está es sólo por culpa de una dictadura fosilizada en el poder, a la cual los Juanes y Migueles no le reclaman, pero le cantan...

Echémosle una mirada a los protagonistas de la telenovela “Concierto por la Paz”, esa que se escribe y dirige desde la Habana por monigotes de los dictadores Fidel y Raúl Castro, cuya premier está señalada para el 20 de septiembre próximo.

El papel estelar está a manos de un colombiano exitoso llamado Juanes, un chico guapo que enternece cuando habla de Dios y la paz, y las revistas del corazón desmienten publicando sus infidelidades matrimoniales tan alejadas a Dios y a la paz familiar, cuando es la familia la base de la sociedad. Me importa un pito su vida privada, pero este juanajuete ofende la mía con su santa apariencia. Le llamo “Juanes, El Inconsecuente”. No sólo por sus pecadillos, Dios mediante, sino también por otros cabos que se van uniendo. Porque, este Juanes que se empeña en cantar a la paz en la Habana, tiene un contrato con la bebida Havana Club que exporta la dictadura cubana. ¿Estará su Dios viéndole con buenos ojos? Me pregunto si en su contrato con la Havana Club no estaría ya la cláusula del concierto; qué no me digan que no hay dinero por medio, que en este circo no hay payasos... Pero sigamos. Juanes se encuentra en Miami esperando su próximo hijo. Escogió Miami para el suceso, y no Cuba, “la potencia mundial de la salud”, aunque no soporta a estos miamenses recalcitrantes que le han criticado su tan cacareado concierto. Ya lo dije, las intenciones de Juanes -El Inconsecuente- me dan juanetes.

El co-protagonista de Juanes es Miguel Bosé. Otro guapo ya no tan chico, que ha descubierto las sabrosuras de la mayor de las islas del Caribe, esas sabrosuras que brindan los dictadores Fidel y Raúl Castro si entras al país con un pasaporte extranjero y moneda dura que gastar. Pero, de este Miguel Bosé no me extraña nada, porque él se siente cómodo con las dictaduras. Recordemos que Miguel Bosé cantó en el Chile de Pinochet. "Nuestra intención era dar un concierto por la paz en la plaza de la Revolución de La Habana, un lugar reservado para las grandes ocasiones. Simplemente eso". Expresó para el periódico El País, sin cuestionarse que los protagonistas de esas “grandes ocasiones” son dos hermanos de apellido Castro, autotitulados gobernantes eternos de un país, cuya plaza han utilizado de tribuna para fusilar, perpetuarse en el poder, amedrentar, y llamarle “gusanos” a los cubanos que se marchan buscando libertad, sembrando el odio entre los hijos de un mismo pueblo. “...La reconciliación, después de tanto tiempo de peleas, ya no tiene marcha atrás". Concluyó Miguel Bosé en la entrevista para El País, como una bofetada a los millones de cubanos que viven en la Isla sin libertad, a los cientos y miles de ahogados en El Estrecho de la Florida huyendo de la dictadura, a los más de dos millones de exiliados, a los fusilados en juicios sumarios, a los cientos de presos políticos y a un país debastado por la guerra de la ideología y no de las armas, y la aferración al poder de unos cuantos. Sí, este guapo no tan chico, este Miguel, decididamente ama a las dictaduras, porque sólo a una persona así se le puede ocurrir que millones de víctimas van a reconciliarse con sus verdugos.

En papeles secundarios la telenovela se “desecha en menudos pedazos”, cuando vemos que desde la Habana un Amaury que se ha jactado públicamente de ser amigo personal de Fidel Castro, cantante gubernamental él, se asombra de que en Miami le digan asesino. Supongo que Amaury conozca el refrán de “tanta culpa tiene quien mata a la vaca, que quien le amarra las patas”. Amaury justificó el asesinato de tres jóvenes negros que intentaban escapar de Cuba en una lancha, firmando una carta de apoyo al horroroso fusilamiento. Esta misma falda le sirve a Silvio Rodríguez, cuyas canciones hablan más de balas, fusiles y muertes, que de la vida.

No es casual que, dos personajillos de tapón como Víctor Manuel y su esposa Ana Belén, declaren que están dispuestos a participar en la telenovela, si fuesen invitados. Ana Belén arremete contra “los gusanos” de la ultraderecha de Miami. Pero, ¿y las voces de los cubanos que viven dispersos por el mundo, como estos cubanos en París, Barcelona, New Jersey, New York, California, o en tantos otros lugares? Como tampoco es casual que Víctor Manuel, su cónyugue, le haya cantado al dictador Franco, en nombre de la paz. Otro que se siente cómodo con las dictaduras.

Como coristas de la telenovela, Olga Tañón, una puertorriqueña de bastante edad como para haber visto el transcurso de medio siglo de dictadura en la isla vecina. Pero no, según ella nada conoce de lo que pasa en Cuba (¡Ay Celia Cruz, si hubieses oído esto!), y su asistencia dependerá de las ventas de sus conciertos de aquí al 20 de septiembre.

A ninguno de ellos le he visto pedir por la libertad de Pánfilo, ese cubano desbocado en la calle pidiendo “jama”, que en cubano es decir comida. Pánfilo, un negro habanero que la abulia volvió alcohólico (como a tantos cubanos) y la nota etílica lo deshinibió en una nota musical: “hambre... aquí lo que hace falta es jama...” Pánfilo, cuyo nombre real es Juan Carlos González Marcos, ha sido condenado a dos años de cárcel por peligrosidad delictiva, porque en estado de embriaguez se le ocurrió decir la verdad. Ninguno de ellos se ha cuestionado el gobierno de un país con una ley tan absurda como “peligrosidad delicitiva”, en nombre de un delito no cometido. O, de la falta de libertad de expresión del pueblo cubano, que es encarcelado sólo por decir lo que es obvio. Como bien decía Enrisco en su post enlazado anteriormente: “Que nadie se engañe: el encarcelamiento de Pánfilo es una prueba de fuerzas de las autoridades. La semana pasada le tocó a él pero de mantenernos callados le puede tocar a cualquier otro”.

Que no digan ninguno de los Juanes y Migueles que no conocían lo sucedido con Pánfilo, porque sus publicistas no paran de leer las páginas digitales de los cubanos, midiendo el aceite de las emociones para este evento.

Lo único que podría salvar dicho concierto sería la participación de artistas cubanos no gubernamentales, como el grupo de rock Porno para Ricardo, cantando “no coma tanta pinga, comandante...”

Si no, la paz de los Juanes y los Migueles es “tremendo descaro....”