En el hemisferio occidental, Cuba es una mancha vergonzosa del siglo 21:
A Cuba la gobierna dos hermanos desde 1959.
Los gobernantes de Cuba son octogenarios.
La población cubana no tiene libre acceso a internet, lo cual la hace una población analfabeta en el campo de la información.
Cuba tiene a casi un cuarto por ciento de su población en el exilio.
Los cubanos no pueden entrar ni salir de su país libremente.
Los gobernantes controlan los medios de comunicación.
Los gobernantes prohíben la creación de medios de comunicación alternativos legales al alcance de la población.
El sistema judicial cubano es controlado por el gobierno.
En Cuba existe la prisión política.
El sistema de salud de Cuba es para exportación; la población es atendida en establecimientos que no cumplen las normas básicas de higiene y escasea el personal médico.
La moneda cubana es de utilería.
Los profesionales se convierten en empleados del sistema turístico para subsistir.
La población cubana es mantenida económicamente por el exilio.
Los octogenarios gobernantes de Cuba, a la usanza de los emperadores romanos, preparan desfiles de autocomplacencia, presionando a la población a marcharles por delante con banderitas, gritándoles vivas.
La población, acostumbrada por más de medio siglo al circo de la plaza como parte de la sobrevivencia, desfila robotizada, gritando vivas a quienes la oprime.
Cuba es el único país que no tiene una población ilegal; a nadie en el mundo se le ocurre emigrar a Cuba.
El cubano es un ciudadano de segunda en su propio país.
La aspiración de la juventud cubana es largarse del país.
Podría seguir enumerando razones por las cuales Cuba es la vergüenza del siglo 21 en este hemisferio, pero si el lector es cubano debe estar pensando que no estoy diciendo nada nuevo de la historia cubana del último medio siglo. Tiene razón.
Pero es que hay días que, como el perro cubano que llegó en balsa a las costas de la Florida para poder ladrar, reescribo las razones por las cuales no vivo en Cuba, vergüenza del siglo 21.
A Cuba la gobierna dos hermanos desde 1959.
Los gobernantes de Cuba son octogenarios.
La población cubana no tiene libre acceso a internet, lo cual la hace una población analfabeta en el campo de la información.
Cuba tiene a casi un cuarto por ciento de su población en el exilio.
Los cubanos no pueden entrar ni salir de su país libremente.
Los gobernantes controlan los medios de comunicación.
Los gobernantes prohíben la creación de medios de comunicación alternativos legales al alcance de la población.
El sistema judicial cubano es controlado por el gobierno.
En Cuba existe la prisión política.
El sistema de salud de Cuba es para exportación; la población es atendida en establecimientos que no cumplen las normas básicas de higiene y escasea el personal médico.
La moneda cubana es de utilería.
Los profesionales se convierten en empleados del sistema turístico para subsistir.
La población cubana es mantenida económicamente por el exilio.
Los octogenarios gobernantes de Cuba, a la usanza de los emperadores romanos, preparan desfiles de autocomplacencia, presionando a la población a marcharles por delante con banderitas, gritándoles vivas.
La población, acostumbrada por más de medio siglo al circo de la plaza como parte de la sobrevivencia, desfila robotizada, gritando vivas a quienes la oprime.
Cuba es el único país que no tiene una población ilegal; a nadie en el mundo se le ocurre emigrar a Cuba.
El cubano es un ciudadano de segunda en su propio país.
La aspiración de la juventud cubana es largarse del país.
Podría seguir enumerando razones por las cuales Cuba es la vergüenza del siglo 21 en este hemisferio, pero si el lector es cubano debe estar pensando que no estoy diciendo nada nuevo de la historia cubana del último medio siglo. Tiene razón.
Pero es que hay días que, como el perro cubano que llegó en balsa a las costas de la Florida para poder ladrar, reescribo las razones por las cuales no vivo en Cuba, vergüenza del siglo 21.
1 comment:
Después que la tiranía castrista termine (algún día tendrá que ser, ¿no?) espero que muchas de las mentes privilegiadas de este mundo analizen qué es lo que ha hecho que algo así ocurra durante tanto tiempo sin que exita una reacción interna que haga surgir el cambio, que, a pesar de las declaraciones de los que estamos fuera, siga teniendo adeptos en países democráticos. Creo que somos toda una jauría ladrando las verdades al mundo, pero parece que la sordera es crónica.
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