
En los noventas, la Ciudad de New York tuvo un brote de cubanismo. Las palabras Cuba y Habana se pusieron de moda en el más chick de los mundanales círculos neoyorquinos. Particularmente asocio esta epidemia a partir del éxito que tuvo el Chef cubano-americano Douglas Rodríguez, tras abrir en 1994 su restaurante Patria en Park Avenue South.
Mientras la Isla se hundía en pleno período especial, empresarios de distintas latitudes se inspiraban en la imagen de una mulata, un par de maracas y un viejo carro americano de antes de 1959, para explotar una idea de Cuba inventada por ellos mismos, que nada tenía o tiene que ver con la realidad de nuestro país.

El Cuban Restaurant Guantanamera lo conocí a mediados de esta década, por otro nombre. Se llamaba Azúcar. Todavía esa huella del pasado consta en los menús impresos.

El otro día andaba apurado, pero hambriento, por la Octava Avenida, y entré para un almuerzo ligero pensando todavía que era Azúcar. El capitán de la sala, casi vacía a las 3pm, me explicó que el antiguo nombre había sido disputado por un restaurante de New Jersey, de ahí que ahora el lugar se llamara Guantanamera.

Me comí un par de papas rellenas que eran una delicia; casi pudiera decir que eran como las de mi abuela, pero mucho más pequeñas. Luego pedí un sandwich cubano, bastante cercano a mi modelo de sandwich cubano de Miami, salvo que el pan era el dulce que se usa para la Medianoche. Quizás ya era pedir demasiado. De postre, un flan sin cuerpo ni consistencia, que me impulsó a dar las quejas por la ofensa.
¿Quién es el propietario de este restaurante? Indagué, previendo que bien la averiguación podría resultar en una entrevista interesante. Pero, la respuesta me bajó los ánimos periodísticos. Los dueños de Guantanamera son un italiano y un argentino.

Por café cubano, un ordinario expreso. Un buen café cubano, tal como nos tiene acostumbrados esa patria llamada Miami en cada esquina, es totalmente desconocido en esta ciudad. Sencillamente no existe, y ninguno de los restaurantes “cubanos” –incluyendo el célebre Asia de Cuba- le ha dedicado un mínimo de atención a este detalle tan importante cuando de comida cubana se trata.

Los precios de Guantanamera son asequibles (para no decir módicos, porque esa palabra ya no existe por estos lares) y si el comensal es del área o viene de la vieja Europa, puede hacerse una idea... ligera, de lo que es nuestra gastronomía, conservada y transmitida gracias a los restaurantes cubanos de Miami. Y “batida” por manos no cubanas en New York.

Fotos: Eufrates del Valle