EL PAPALOTE BOLIVARIANO SE VA A BOLINA…

Todos los dictadores son despreciables, tanto los de derecha como los de izquierda. Pero, debo reconocer que los dictadores “zurdos” me engrifan la espina dorsal especialmente, quizás por aquello de la vivencia personal de la cual no puedo desligarme, y porque, empezando la segunda década del Siglo XXI, son los que pululan en este hemisferio.

Eficaces en controlar a las masas, los dictadores “zurdos” hacen de la mayoría de la población un manso rebaño, que canta himnos mientras es conducido al matadero. El exterminio no es inmediato ni a simple vista palpable. Es lento. Racionan los alimentos del rebaño, le asignan una muda de ropa al año, le dirigen las lecturas, le controlan la información, le apagan la ilusión de los carteles de neón, convierten las avenidas de las ciudades en pedregales, le expropian los bienes raíces, confiscan los negocios familiares, y terminan aniquilándole la individualidad a cada oveja; todo ello, mientras le enseñan nuevos himnos, lemas y cantos de victoria contra el bienestar y el desarrollo. El rebaño aplaude.

Dicen que el hombre es el único animal que no tropieza dos veces con la misma piedra. Pero ahí están los nicaragüenses, los bolivianos y los venezolanos para desmentirlo. A través de las urnas le han dado status de presidente a dictadores, dos veces. No tuvieron en cuenta el ejemplo de una isla fósil en el Caribe, quizás por aquello de que nadie escarmienta por cabeza ajena.

Cuando leo que un país como Venezuela se encuentra en estado de emergencia energética, lo primero que siento es vergüenza ajena. Cómo un país que hace unos pocos años se benefició del astronómico precio del barril de petróleo en la bolsa de valores no tiene ahora con qué alumbrar al rebaño. Es que los dictadores de izquierda, obsesionados con su ego y los sensacionales golpes de publicidad, suelen paralizar todo un país por una sola causa, sin respetar los números que le tocan al resto de la infraestructura nacional.

Todo lo que Chávez está deshaciendo en Venezuela, lo discutí fervientemente con amigos venezolanos hace más de una década. La respuesta que me daban se puede resumir en estas palabras: “¡Ah! Ustedes los cubanos exiliados todo lo ven negro o blanco….” En los últimos años, algunos -humildemente, y asustados- me han dado la razón. Nada de que vanagloriarme ante un resultado tan devastador; pero, ¡coño!, pudo evitarse, sólo con ver qué había hecho el padrino de Chávez, Fidel Castro, de una otrora bella y próspera isla.

Para los dictadores de izquierda, controlar la información es esencial. La información la distribuye el gobierno, y el gobierno sólo lo gobierna el dictador, como bien sabemos quienes vivimos con un dictador incrustado en la nariz por largos años. Negocio redondo. El rebaño va a leer, oír y comentar la información que él brinde. Ningún otro medio de comunicación le hará competencia, desviará la atención de las ovejas, le cuestionará sobre la economía del país o desmentirá sus parrafadas. Afortunadamente, el imparable desarrollo de la comunicación digital le ha creado un gran problema a los dictadores. Ovejas más avezadas, desde la intimidad de su hogar, se vuelven voces ciudadanas independientes a los medios de comunicación operados y apoderados por el dictador.

Gracias al internet, hoy día sabemos cuándo se llevan presos a cubanos por razones políticas o los obligan a detención domiciliaria, el récord de la represión en lo que va de año, o de un grupo de opositores que se manifiesta públicamente, entre otros ejemplos. Un periodista independiente avisa a través de internet al exterior. Los lectores que viven fuera de la Isla, a su vez, lo publican en páginas digitales, lo re-envían por email y hasta se lo comunican -en códigos y claves- a sus familiares y amigos en Cuba, quienes a su vez, se lo susurran a los vecinos. CubaNet se mantiene constantemente publicando recientes violaciones a los derechos humanos que Fidel y Raúl Castro cometen contra los ciudadanos cubanos. CubaNet es un sitio a visitar diariamente.

Por otro lado, para dolor de cabeza de un dictador, están todas esas voces ciudadanas que se convierten en bloggers, que una vez que logran colocar la percepción de su realidad en la red digital, sus palabras son leídas en los lugares más insospechados. Cada uno con su individualidad, sus temores, su capacidad, recursos, habilidades o suerte para encontrar nuevas vías de información y retroalimentación, y sus válidas prioridades como individuo, ponen su granito de arena al desmentir y desenmascarar la demagogia del dictador. El abuelo dictador de la Habana no previó el desarrollo digital, y ya su voz no es la única que el mundo lee o escucha cuando de lo que pasa en Cuba se trata.

Los Castro no quieren que al ahijado Chávez le pase lo mismo. Para allá mandaron al más leal de los controladores de la información que le quedan a mano, ese ser siniestro de Ramiro Valdés, uno de los Ministros del Interior más represivo que ha tenido Cuba en la última mitad de siglo. Si los venezolanos no nos oyeron antes, escúchennos ahora: la llegada de Ramiro Valdés a Venezuela es sinónimo de más represión. No vuelvan a chocar con un mismo ceboruco.

Por falta de tiempo no había podido darle forma a todas estas ideas que me iban dando vueltas en la cabeza desde que se anunció la llegada de Ramiro Valdés a Venezuela, a mi modo de ver, un movimiento de pieza desesperado ante la situación que Chávez está enfrentando con las manifestaciones masivas y públicas contra él. Si Chávez cae ante la presión popular, ese papalote que es la revolución bolivariana se va a bolina, y el primer pedazo del papalote que se va a desprender en picada es Cuba.

Todavía Ramiro Valdés no se había quitado el polvo del camino, ni siquiera se había parado frente a la estatua de Simón Bolívar, y Hugo Chávez arremetió con un chachachá de medidas: apagones, expropiaciones de propiedades a su libre albedrío a través de su programa “Aló presidente” el domingo pasado, y el anuncio de su nuevo programa “De repente con Chávez”, estrenando su nuevo traje de Big Brother, para que los venezolanos tengan bien presente que allí el que manda es él. Cualquier coincidencia con la isla fósil es pura realidad.

El papalote bolivariano se está desmoronando, entre otras cosas, por esa manía que tienen los dictadores de izquierda -que comentaba al principio de este texto- de desviar prácticamente todos los recursos de una nación para proyectos privados e ideológicos, y porque el control de la información se le desliza de entre las pezuñas. No en balde está el siniestro Ramiro Valdés en Caracas. El papalote cubano también está en juego.

(Las ilustraciones de este post fueron tomadas del blog CubaHumor, de nuestro amigo Alfredo Pong, quien ha estado en estos últimos días dibujando sobre el tema que yo he agrupado ahora en palabras)