Hoy, que debería estar en otros asuntos, porque suelo dejar programados los posts para las 6am con antelación, ninguna imagen archivada de mis recorridos por la ciudad me parecía adecuada para adornarme el día publicándola. Por mi ventana observo una montaña de nieve cubriendo el cristal, y ni el paisaje blanco me anima a tomar la cámara.
Hoy, que debería sentirme libre, porque mi libertad me la gané hace muchos, muchos años -pensaba- me siento encerrado en mi cuerpo blando y vacío, por una angustia que podría ser ajena. Los cubanos tenemos esa desgracia: por más libres que pretendamos ser, siempre llega una noticia que nos golpea y ata a esa Isla.
Hoy, que debería agradecer la más bella de las sonrisas que me esperaba al despertar, no encuentro adecuada ninguna de las historias que escojo para contar en este espacio.
Por más que intente recobrar mi cotidianidad, el rostro de Orlando Zapata Tamayo me recuerda que mi vida es prestada, re-inventada, porque yo debería vivir en la Habana, disfrutar de la familia los domingos, conocer a todos mis sobrinos y los hijos que van naciéndoles, ejercer el periodismo en mi idioma, tomarme un trago con mi colega Pepito en un bar del Vedado, llevarle flores a los míos en el Cementerio de Colón. El rostro de Orlando me dice que esta vida que llevo pudo haber sido una opción entre muchas, pero nunca debió haber sido la única, como exiliado.
Hoy, que debería… caigo en cuenta, concientizo, de que a los 52 años de edad nunca he visto mi país libre.
Y leo la noticia de otro cubano, que allá en la Isla, también se ha declarado en huelga de hambre.
Hoy, que debería sentirme libre, porque mi libertad me la gané hace muchos, muchos años -pensaba- me siento encerrado en mi cuerpo blando y vacío, por una angustia que podría ser ajena. Los cubanos tenemos esa desgracia: por más libres que pretendamos ser, siempre llega una noticia que nos golpea y ata a esa Isla.
Hoy, que debería agradecer la más bella de las sonrisas que me esperaba al despertar, no encuentro adecuada ninguna de las historias que escojo para contar en este espacio.
Por más que intente recobrar mi cotidianidad, el rostro de Orlando Zapata Tamayo me recuerda que mi vida es prestada, re-inventada, porque yo debería vivir en la Habana, disfrutar de la familia los domingos, conocer a todos mis sobrinos y los hijos que van naciéndoles, ejercer el periodismo en mi idioma, tomarme un trago con mi colega Pepito en un bar del Vedado, llevarle flores a los míos en el Cementerio de Colón. El rostro de Orlando me dice que esta vida que llevo pudo haber sido una opción entre muchas, pero nunca debió haber sido la única, como exiliado.
Hoy, que debería… caigo en cuenta, concientizo, de que a los 52 años de edad nunca he visto mi país libre.
Y leo la noticia de otro cubano, que allá en la Isla, también se ha declarado en huelga de hambre.
6 comments:
Que triste, esta condena la llevamos los cubanos estemos donde estemos. Creo que algun dia nos tendran que dar tratamiento psicologico masivo para poder superar los traumas que acarriamos. Un saludo y levante el animo que hay que seguir luchando.
Gracias estimada Yosi, estoy en eso, tratando...
Don Éufrates, no sabía que tenemos la misma edad y menos que por su pensamiento pasan ideas similares a las que pasan por mi cabeza, que sueño despierto con volver un día y empezar donde lo dejé... pero eso nunca será posible, por naturaleza.
Don Eufrates, muy triste lo que les ha tocado vivir a ustedes. Un abrazo, Rolando
Pues si, estimado jecuevas, tenemos la misma edad. Yo pensaba que eras mucho mas joven! Sobre lo que dices de "empezar donde mismo lo deje..." sabemos que es imposible, pero al menos, si al menos nos diera tiempo de ver Cuba libre, y disfrutarla aunque sea de vacaciones, al menos pudieramos cerrar este triste circulo.
Asi es, querido Rolando. Muy triste. Un abrazo para ti. Te llamo hoy sin falta.
pienso igual, Eufrates, es como si escribieras lo que pienso y no se expresar en papeles como tu lo haces tan genialmente, gracias!
Post a Comment