A esas mujeres valientes que recorren la Quinta Avenida de la Habana todos los domingos vestidas de blanco, en silencio, portando un gladiolo, desafiando a la dictadura mientras le piden al mundo que se solidarice con la liberación de sus esposos, padres, hijos, hermanos, amigos, presos por el solo delito de querer pacíficamente libertad de expresión, elecciones libres y una vida digna para el pueblo cubano. Para estas mujeres, con toda admiración, dedico un gladiolo cada domingo.
Horacio Piña y su madre, la Dama de Blanco Nélida Borrego.
Ada y Nélida
Por Yolanda Huerga
De Las Martinas, un lejano pueblito de la provincia de Pinar del Río, venían a nuestras actividades dos hermanas. Ambas se parecían hasta el punto que se me fusionan sus fisonomías en la memoria. Humildes y tímidas, apenas hablaban, pero su constancia era un recordatorio de la dimensión que puede alcanzar una mujer cuando su familia es agredida.
Eran la madre y la tía de Horacio Piña Borrego, sentenciado a 20 años de prisión porque pertenecía al opositor Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a la Fundación Andrei Sajarov y al Movimiento Cristiano Liberación.
Ada y Nélida Borrego consumían sus vidas en los ajetreos de conseguir el condumio para sobrevivir; hacía ya tiempo ellas no creían en la “Revolución” ni en sus líderes, pero también estaban seguras de que el pueblo adormilado y desarmado no tenía posibilidad ninguna de derrocarla.
Tampoco creían en la oposición pacífica en la que se había enrolado Horacito. Su sapiencia campesina las llevaba a pensar que un gobierno afianzado en el poder por la fuerza y la violencia no podía ser vencido por medios pacifistas.
Pero todo esto lo rumiaban las hermanas mientras preparaban la sopa de la tarde. Por nada del mundo hubieran compartido estos pensamientos con gente ajena a ellas.
Por Yolanda Huerga
De Las Martinas, un lejano pueblito de la provincia de Pinar del Río, venían a nuestras actividades dos hermanas. Ambas se parecían hasta el punto que se me fusionan sus fisonomías en la memoria. Humildes y tímidas, apenas hablaban, pero su constancia era un recordatorio de la dimensión que puede alcanzar una mujer cuando su familia es agredida.
Eran la madre y la tía de Horacio Piña Borrego, sentenciado a 20 años de prisión porque pertenecía al opositor Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a la Fundación Andrei Sajarov y al Movimiento Cristiano Liberación.
Ada y Nélida Borrego consumían sus vidas en los ajetreos de conseguir el condumio para sobrevivir; hacía ya tiempo ellas no creían en la “Revolución” ni en sus líderes, pero también estaban seguras de que el pueblo adormilado y desarmado no tenía posibilidad ninguna de derrocarla.
Tampoco creían en la oposición pacífica en la que se había enrolado Horacito. Su sapiencia campesina las llevaba a pensar que un gobierno afianzado en el poder por la fuerza y la violencia no podía ser vencido por medios pacifistas.
Pero todo esto lo rumiaban las hermanas mientras preparaban la sopa de la tarde. Por nada del mundo hubieran compartido estos pensamientos con gente ajena a ellas.
Horacio.
Sin embargo, la madre sentía en su pecho una alarma advirtiéndole que su hijo estaba en peligro, pero trataba de acallarla usando su sentido común de… “total, qué le van a hacer al niño si no ha hecho ningún sabotaje, ni tiene armas. En lo único que anda es en eso de los libros que le han sorbido el seso y hablando de los derechos humanos. No pueden agarrarlo por esa bobería”.
Por eso, cuando un tribunal espurio lo juzgó y sancionó, Ada se volvió retraída. Escapaba de la compañía de su marido para ir a cuchichear con su hermana e insultar en secreto a Fidel Castro.
Horacio fue ubicado en la cárcel de Canaleta en Ciego de Ávila, a más de 500 kilómetros de su hogar. Cuando se acercaba la visita reglamentada cada tres meses, Nélida viajaba a La Habana y hacia la cola en la terminal de ómnibus de La Víbora durante varios días con sus noches, durmiendo sobre cartones, para adquirir el pasaje de los 2 familiares adultos que el régimen carcelario autorizaba.
Por eso, cuando un tribunal espurio lo juzgó y sancionó, Ada se volvió retraída. Escapaba de la compañía de su marido para ir a cuchichear con su hermana e insultar en secreto a Fidel Castro.
Horacio fue ubicado en la cárcel de Canaleta en Ciego de Ávila, a más de 500 kilómetros de su hogar. Cuando se acercaba la visita reglamentada cada tres meses, Nélida viajaba a La Habana y hacia la cola en la terminal de ómnibus de La Víbora durante varios días con sus noches, durmiendo sobre cartones, para adquirir el pasaje de los 2 familiares adultos que el régimen carcelario autorizaba.
Ada Borrego.
Una vez, una vecina se acercó a Ada con sigilo y le refirió que había oído en una emisora “contrarrevolucionaria” que las mujeres de otros presos detenidos junto con Piña se vestían de blanco y estaban protestando en las calles.
Las hermanas pensaron que era una enviada de la policía política para indagar sobre ellas. No obstante, escondidas en los confines del patio, bajo la mata de mango del marido, militante del partido comunista, se azoraron al escuchar, en un receptor de radio de onda corta, que era cierto lo que les habían contado.
Cavilaron por más de un año, hicieron averiguaciones y un día, venciendo sus miedos, caminaron a la gloria. Creían que caminaban hacia la marginación y el desprecio, creían que serían detestadas por sus amigos y vecinos, y lejos de eso, sus coterráneos se acercaron más a ellas y les brindaron su apoyo, y hasta muchos en el pueblo ahora dicen “qué cosa más bonita esa de las Damas de Blanco”.
Las hermanas pensaron que era una enviada de la policía política para indagar sobre ellas. No obstante, escondidas en los confines del patio, bajo la mata de mango del marido, militante del partido comunista, se azoraron al escuchar, en un receptor de radio de onda corta, que era cierto lo que les habían contado.
Cavilaron por más de un año, hicieron averiguaciones y un día, venciendo sus miedos, caminaron a la gloria. Creían que caminaban hacia la marginación y el desprecio, creían que serían detestadas por sus amigos y vecinos, y lejos de eso, sus coterráneos se acercaron más a ellas y les brindaron su apoyo, y hasta muchos en el pueblo ahora dicen “qué cosa más bonita esa de las Damas de Blanco”.
Nélida Borrego.
Nélida, ya sin vacilaciones, continúa en las marchas haciendo honor a aquella promesa que ambas hermanas se hicieron un día.
Ada.
Ada Borrego murió de cáncer el 2 de marzo de 2008, apenas dos semanas antes había caminado cientos de cuadras en una de las caminatas de las Damas de Blanco. ¡Cuánto sacrificio puede hacer una madre, enferma sin esperanzas, desgarrada por los dolores! Lo único con lo que ella soñaba era con ver a su hijo en libertad. No alcanzó su sueño pero su espíritu se pasea, todavía puesta la camiseta en la que lleva la efigie de su hijo Horacio Piña Borrego y un gladiolo en la mano, soplando coraje en los oídos de las mujeres de blanco.
Blogs amigos que portan esta ilustración en solidaridad con las Damas de Blanco.
http://desarraigos.blogspot.com/
http://joaquinestradamontalvan.blogspot.com/
http://cubadice.blogspot.com/
http://medea-medea.blogspot.com/
http://cubaindependiente.blogspot.com/
http://algodar.blogspot.com/
http://enhonorayoanisanchez.blogspot.com/
http://laislagrande.blogspot.com
http://memorandumvitae.blogspot.com/
http://zoevaldes.wordpress.com/
http://chez-isabella.blogspot.com/
http://platanoalegre.blogspot.com/
http://eufratesdelvalle.blogspot.com/
http://milverdadesdecuba.blogspot.com/
http://www.hurtadomoya.blogspot.com/
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9 comments:
'Ay, Dios, qué dolor! Gracias a Yolanda Huerga, gracias Don Eufrates.
Qué impotencia. Mis respetos para estas Damas, y para usted, Caballero Eufrates. Sandokán.
Conmovedora la historia de estas dos hermanas. Gracias, Yolanda, por estas historias!
Desde el comienzo de la triste primavera negra siento un inmenso orgullo por estas valientes damas que no cejan en su empeño; el de ver a sus familiares libres, porque no hay ninguna razón valedera para que estén encarcelados.
Desde este lejano Canadá pienso en ellas y en los que están presos. Los que hemos conocido las cárceles cubanas o las UMAP, como fue mi caso, sabemos muy bien lo que un familiar puede sufrir. Desde aquí veo también cómo el sufrimiento va quedando en el olvido. Lucho y he luchado mucho por dar a conocer el problema cubano y cada vez noto menos oídos atentos por parte de la prensa canadiense. Sigo ahora la lucha en con mi blog.
Vaya a la vez mi saludo afectuoso a la autora de tan bello testimonio y la promesa de que pondré lo antes posible en mi blog, el logo de las Damas de Blanco.
Víctor Mozo
http://regardcubain.unblog.fr
Gracias estimado Victor, avisame cuando incluyas la imagen en tu blog para enlazarte en este "acompanamiento virtual" a las Damas, como cada domingo.
¡Cómo me gustaría abrazar a estas mujeres! Pero sobre todo, cómo me gustaría que pongan en libertad a sus familiares. Niobe.
Qué vergüenza de gobierno, sinceramente...
Gracias a Yolanda Huerga. Poco a poco nos ha ido adentrando más y más en esa otra parte de la moneda que muy pocos pueden conocer.
Y gracias a ti, Eu, por traerla los domingos.
tanta historia de dolor, que triste pero tiene que haber esperanza, un dia, hasta cuando?!!!
Cuanto dolor! Gracias a Yolanda Huerga y a todas esas valientes cubanas por estos testimonios y a Don Eufrates, por supuesto, por su constancia.
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