Querido Éufrates:
De las urbes que he conocido, una de las que mejor recuerdo me ha dejado es Buenos Aires, la hermosa capital de Argentina. Allí tiré anclas durante un tiempo y visité lugares que jamás se borrarán de mi memoria y también realicé uno de mis sueños… Te cuento.
Durante mi carrera periodística tuve la posibilidad de entrevistar a muchas, muchísimas personalidades de todo el mundo. A Fito Páez, Baglietto, a la recién fallecida Mercedes Sosa, a Serrat, Willy Chirino, María Bethania, Chico Buarque, y otros tantos que alargarían innecesariamente mi lista. Sin embargo, en mi corazón permanecía presente una figura que estaba tan lejos de conocerla personalmente, que yo mismo me decía que una entrevista con ella era un imposible. Mi sueño era conocer a Celia Cruz, la manzana prohibida para muchas generaciones de cubanos, y un símbolo de cubanía inmenso que trascendía las fronteras de manera natural y sencilla, como sólo las grandes estrellas logran.
Un día el productor de mi programa de radio se le ocurrió la idea de ir a Los Ángeles para contactar a Celia, porque estaba anunciada una visita de la cantante a Buenos Aires, junto con Tito Puentes y el Canario. Así fue que el productor logró obtener la exclusiva de ella en ese viaje a la Argentina. Te podrás imaginar, mis uñas desaparecieron, me leí todo lo que se había publicado y vi hasta una película… ¡Qué nervios! Lo peor de todo es que estaba acostumbrado a hacer entrevistas, pero la sola idea de que esta vez la entrevistada fuera Celia me daba terror. Era mi sueño, mi aspiración, mi consagración… y lo iba a tirar por la borda si mantenía mi mieditis aguda.
Llegó el día. La esperaba con un micrófono inalámbrico en la mano cuando sentí que la comitiva llegaba a la puerta del lugar que haría de vestíbulo, camerino, sala de buffet y de descanso. Una voz me llamó: “Plutarco, baja que aquí esta Celia”. Respiré lo más profundo que pude y bajé las escaleras como si fuera una chica arrastrando el traje de novia. En la medida en que me acercaba su voz me envolvía, y cuando la tuve a mi lado y me besó cálidamente, ya yo me había quedado mudo. Ella lo notó y me dijo:
“Así que eres de la tierra…”
El sí con la cabeza no se hizo esperar y entonces, en un arranque de tontería le dije:
“¡Qué linda eres!”
Y de inmediato, con su boca convertida en una inmensa sonrisa, me respondió:
“Ay, niño, ponte espejuelos que yo soy una negra fea…”
Tito, El Canario, el marido de Celia y todos los que estaban allí se rieron de su ocurrencia, y ella de inmediato agregó:
“Mira que tengo a mi motica de algodón en guardia y ese no cree en ná…”
El hielo se había roto; ese día estaba cansada, pero nadie lo notó en el escenario. Luego, en la cena comió lo justo, no hablaba en voz alta, era muy educada en sus modales y cariñosa con todos.
Ese día Celia en persona llamó por teléfono a un matrimonio cubano que vivía en Buenos Aires y le dio un recado que una vecina le había encargado. El matrimonio se pellizcaba cuando los invitó a asistir al concierto y al lugar donde tendría lugar el buffet.
El 21 de octubre pasado cumplió 85 años. Prefiero recordarla en presente, porque la vida es un Carnaval y ella nos legó mucha alegría. Su azúcar y sus guarachas recorrieron el mundo entero y yo la sigo viendo bonita, con espejuelos y sin espejuelos, porque a Celia no la miro con mis ojos, sino con mi alma.
Un abrazo, tu amigo Plutarco
De las urbes que he conocido, una de las que mejor recuerdo me ha dejado es Buenos Aires, la hermosa capital de Argentina. Allí tiré anclas durante un tiempo y visité lugares que jamás se borrarán de mi memoria y también realicé uno de mis sueños… Te cuento.
Durante mi carrera periodística tuve la posibilidad de entrevistar a muchas, muchísimas personalidades de todo el mundo. A Fito Páez, Baglietto, a la recién fallecida Mercedes Sosa, a Serrat, Willy Chirino, María Bethania, Chico Buarque, y otros tantos que alargarían innecesariamente mi lista. Sin embargo, en mi corazón permanecía presente una figura que estaba tan lejos de conocerla personalmente, que yo mismo me decía que una entrevista con ella era un imposible. Mi sueño era conocer a Celia Cruz, la manzana prohibida para muchas generaciones de cubanos, y un símbolo de cubanía inmenso que trascendía las fronteras de manera natural y sencilla, como sólo las grandes estrellas logran.
Un día el productor de mi programa de radio se le ocurrió la idea de ir a Los Ángeles para contactar a Celia, porque estaba anunciada una visita de la cantante a Buenos Aires, junto con Tito Puentes y el Canario. Así fue que el productor logró obtener la exclusiva de ella en ese viaje a la Argentina. Te podrás imaginar, mis uñas desaparecieron, me leí todo lo que se había publicado y vi hasta una película… ¡Qué nervios! Lo peor de todo es que estaba acostumbrado a hacer entrevistas, pero la sola idea de que esta vez la entrevistada fuera Celia me daba terror. Era mi sueño, mi aspiración, mi consagración… y lo iba a tirar por la borda si mantenía mi mieditis aguda.
Llegó el día. La esperaba con un micrófono inalámbrico en la mano cuando sentí que la comitiva llegaba a la puerta del lugar que haría de vestíbulo, camerino, sala de buffet y de descanso. Una voz me llamó: “Plutarco, baja que aquí esta Celia”. Respiré lo más profundo que pude y bajé las escaleras como si fuera una chica arrastrando el traje de novia. En la medida en que me acercaba su voz me envolvía, y cuando la tuve a mi lado y me besó cálidamente, ya yo me había quedado mudo. Ella lo notó y me dijo:
“Así que eres de la tierra…”
El sí con la cabeza no se hizo esperar y entonces, en un arranque de tontería le dije:
“¡Qué linda eres!”
Y de inmediato, con su boca convertida en una inmensa sonrisa, me respondió:
“Ay, niño, ponte espejuelos que yo soy una negra fea…”
Tito, El Canario, el marido de Celia y todos los que estaban allí se rieron de su ocurrencia, y ella de inmediato agregó:
“Mira que tengo a mi motica de algodón en guardia y ese no cree en ná…”
El hielo se había roto; ese día estaba cansada, pero nadie lo notó en el escenario. Luego, en la cena comió lo justo, no hablaba en voz alta, era muy educada en sus modales y cariñosa con todos.
Ese día Celia en persona llamó por teléfono a un matrimonio cubano que vivía en Buenos Aires y le dio un recado que una vecina le había encargado. El matrimonio se pellizcaba cuando los invitó a asistir al concierto y al lugar donde tendría lugar el buffet.
El 21 de octubre pasado cumplió 85 años. Prefiero recordarla en presente, porque la vida es un Carnaval y ella nos legó mucha alegría. Su azúcar y sus guarachas recorrieron el mundo entero y yo la sigo viendo bonita, con espejuelos y sin espejuelos, porque a Celia no la miro con mis ojos, sino con mi alma.
Un abrazo, tu amigo Plutarco
10 comments:
¡Contra, Plutarco, me has hecho llorar! Bellísimo post, sincero, perfecto. Celia era una diosa. ¡Eso sí era elegancia y educación! Gracias.
Que pena que no pudo nunca mas volver a cantar en Cuba...es una lastima que Juanez nunca pensara en cosas tan tristes como estas a la hora de su concierto por la supuesta paz
Estimado Carlos, y qué me dice de la Olga Cañón (por no decir M....), que dijo en el aeropuerto que no podía cantar las canciones de Celia porque se lo habían impedido. Realmente asqueante. Pero este post de Plutarco es sensacional. Sandokán.
Muy emotivo su post de hoy Don Plutarco.
Una de las cosas que mas he disfrutado del exilio, ademas de poder criar a mi hijo en infinita libertad, es haber conocido, bailado y disfrutado con Celia.
Siento una profunda pena por esos cubanos de la isla a los que les "ocultaron" su cubanisimo arte y su azucar.
Celia era un ser humano inmenso y usted la engrandece aun mas con su post. Muchas gracias.
Wow, qué post! Celia era tan grande, tan única, tan poderosa! Qué lindo encuentro! Niobe.
Que gran alegria disfrutar de este encuentro, Celia tiene esa magia unica que altera todos tus sentidos, aun minutos despues,y de leerlo dos veces me emociono mucho.
Bravo Plutarco! Pa' lante y AZUCAR!!! Celia Vive, y hoy en gran medida gracias a ti.
Gracias mil.
Omar Martinez
GRACIAS PLUTARCO POR EL POST
AYER BUSCANDO UNA FOTO ENCONTRE UN PERIODICO ANUNCIANDO LA PRODUCCION
DE TROPICANA TAMBO DONDE LA ESTRELLA ERA CELIA CRUZ ESA FUE LA PRIMERA VEZ QUE PISE UN ESCENARIO Y TUVE LA GRAN SUERTE DE TENERLA COMO COMPANERA
ERA INCREIBLEMENTE SENCILLA Y AMOROSA
que lindo post! Gracias, Plutarco!
una de las mas bellas cubanas!
Les agradezco a todos sus comentarios. Celia era tan grande que al parecer daba miedo al Gobierno de Castro. Azúcar para todos ustedes
"Ay, niño, ponte espejuelos", jiji.
Lindo post. Yo vine a ver una foto de ella por primera vez con más de 31 años, ya viviendo en el extranjero... :-(
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