“El Hurón Azul”
Por: Arquitecto Cheo Malanga
Fotos: Remigia Tuero
(Nota de Eufrates: Nuestro equipo de Saint Nicholas City agradece a la intrépida Sra. Remigia Tuero, quien viajó desde el Vedado hasta Párraga en guagua, almendrones, y a falta de camellos, en carretón tirado por caballos, para tomar las fotos de El Hurón Azul especialmente para El Imparcial Digital).
Mañana se cumplen 108 años del nacimiento de un ícono de las artes plásticas del siglo XX en Cuba: Carlos Enriquez Galope. Nacido en el seno de una familia de holgados recursos económicos en el poblado villaclareño de Placetas, luego de graduarse como bachiller, fue enviado por sus padres a Estados Unidos para que estudiara ingeniería, pero su fuerte vocación artística lo desvió a la Escuela de Bellas Artes de Pennsylvania.
"Autorretrato". Carlos Enríquez
En Estados Unidos contrajo matrimonio con la norteamericana Alice Neel, y poco después regresó a Cuba, para dedicarse a la pintura. Por su maestría y talento se le considera un importante miembro de la primera generación de artistas cubanos modernos.
Carlos Enríquez fue una leyenda en La Habana, no sólo por su reconocida obra vanguardista, sino por el aura de misterio y las extravagancias que rodearon su vida. Un lugar especial de aquellos mitos lo ocupa su casa El Hurón azul, en el capitalino barrio de Párraga. Hoy viajaremos hasta el Hurón Azul.
A finales de 1938 Carlos Enriquez comenzó a construir su modesta vivienda en una pequeña finca que recibió como herencia paterna. Con materiales de rastro construyó una casa de madera inspirada en una estación de trenes de Pennsylvania, Estados Unidos, a la cual le incorporó algunos elementos de la arquitectura colonial cubana, como vitrales, rejas y tejas criollas. Empezó a habitarla a partir de 1939.
La casa está diseñada y construida a escala humana, posee dos niveles y en ella existía sólo lo indispensable para vivir. Sus tres únicos elementos lujosos son un arco medio punto, grandes ventanales orientados hacia el norte y una chimenea. A la casa se accede a través de un sendero delimitado por botellas que quedaron al terminar las frecuentes visitas y fiestas que organizaba Carlos Enríquez, y que un curioso jardinero fue colocando minuciosamente con el pasar de los años.
La cubierta de la primera planta está rematada por un techo a dos aguas de tejas criollas, interceptado por el volumen de la segunda planta, tambien rematado con un techo a dos aguas.
Al fondo de la cocina-comedor hay un vitral que arroja colores y juegos de luces sobre un mural de ambiente tropical que abarca toda una pared. Una escalera de madera conduce a la segunda planta.
Hoy el Hurón Azul es un museo bastante bien conservado. En la primera sala se puede observar la pintura mural “Las Bañistas”. Se exhibe también “Radiografía de Félix Pita Rodríguez”, “La Lola en el Pueblo” y “Martí Rebelde”. Además, allí se encuentra parte de la biblioteca personal del pintor, famosa por lo extensa y especializada. Podía encontrarse en ella literatura moderna, literatura europea y materiales sobre el surrealismo .
“Radiografía de Félix Pita” por Carlos Enríquez.
“La Lola en el pueblo” por Carlos Enríquez.
“Martí rebelde” por Carlos Enríquez.
La siguiente sala está dedicada a destacar la obra literaria de Carlos Enríquez y los viajes que realizó. Allí se puede contemplar también el boceto de su obra, de profundo contenido social, “Campesinos felices”. En la tercera sala de la planta baja se exhiben algunos objetos personales del pintor, así como el fogón original, el baño y algunas obras plásticas.
“Campesino felices” por Carlos Enríquez.
En la planta superior se muestra una panorámica de los diferentes temas de la labor artística de Carlos Enríquez, entre las que se destacan el “Autorretrato”, “Herrería”, “Rincón” y “Retrato de Nena”.
En el Hurón Azul se reunía todo el mundo artístico de la época, y fue visitado por intelectuales como: Félix Pita Rodríguez, Alejo Carpentier, Marcelo Pogolotti, René Portocarrero y Fidelio Ponce de León.
Carlos Enriquez fue un hombre de mirada profunda que atraía a las mujeres por su misterio, extravagancia y rebeldía. A muchas amó, como a la pintora norteamericana Alice Neel, la haitiana Germanine, la joven modelo Sara Echeméndez y muchas otras que constituyeron a menudo su fuente de inspiración. La francesa Eva, traída de París por el célebre escritor Alejo Carpentier, fue uno de sus grandes amores.
Muy famoso es su desnudo “Eva saliendo del baño”, pintado sobre una plancha de zinc de la puerta del baño. Después de la ruptura con la obsesión de su vida, la francesa Eva Fréjaville, el artista quiso borrar la figura y recubrió el óleo con una espesa capa de pintura. Su amigo J. A. Fernández de Castro recuperó la puerta, y la pintura fue sometida a una paciente restauración. En la actualidad se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Carlos Enriquez fue un pintor con un sello original e irrepetible. Su pintura desborda cubanía y erotismo. Sus obras más conocidas fueron “El rey de los campos de Cuba”, premiada en la Exposición Nacional de Pintores y Escultores de 1935, y “El rapto de las mulatas”, premiada en la II Exposición Nacional de Escultores y Pintores de 1939.
13 comments:
Eufrates, cuántas cosas todavía para sorprendernos.
Gracias por la foto del Hurón, nunca estuve allí.
Hermoso reportaje. La leyenda dice que Eva Fréjamille se casó con Carpentier pero pasó la noche con Carlos Enríquez y nunca más se fue de esa casa. Luego leí su libro Marcel Proust en el trópico, una verdadera delicia. Gracias a Eufrates, a Cheo, y a Remigia, que hizo las fotos, ¿no? Eva murió en Los Ángeles. Niobe.
Estimado Cheo, yo tambien te agradezco muchisimo este post. Como Isis, nunca visite El Huron Azul y particularmente me alegra tambien saber que esta bien conservado.
Como la querida Niobe, yo tambien habia escuchado la anecdota de que -hablando en cubano- Carlos Enriquez le habia "tumbado" Eva a Carpentier.
Sin dudas, Carlos Enriquez esta entre mis cinco pintores cubanos preferidos. Doblemente gracias, Cheo.
Descubrí el Hurón Azul casi por casualidad, cuando lo visité aun se podía respirar toda la magia y el encanto de ese inmenso artista.
Aquí en la sala de la casa tengo un póster con El rapto de las mulatas. Ese es el que más me gusta de él...
Saludos Eu, y un abrazo al Arq.
Muchas gracias a todos por pasar y redescubrir juntos El Hurón Azul.
Quisiera hacer llegar un agradecimiento "muy especial" a la Sra. Remigia Tuero, sin su valiosa ayuda, desde La Habana, no fueran posibles muchos de estos viajes por nuestra historia y arquitectura.
Isis:
Ha sido un inmenso placer para el Imparcial que haya visitado por primera vez el Hurón Azul en nuestra compañia.
Muchas gracias por su invaluable ayuda inter oceánica.
Niobe:
Gracias por completar nuestro reportaje con esa interesante nota. Al parecer Carlos Enriquez era un caballero irresistible a las damas..... y las francesas no eran excentas a ello.
Buscaré el libro de Eva.
Eufrates:
Estoy seguro que algun dia conocerá el Hurón Azul.
Podría contarnos cuales son sus cinco pintores cubanos preferidos?.
Taoro:
Recuerdo que al visitar El Hurón Azul, efectivamente, se podía respirar un enorme erotismo en aquel lugar. La vegetación, las pinturas, la tranquilidad del lugar, eran elementos que enriquecian las leyendas y la aureola de erotismo que acompañó la vida de Carlos Enriquez.
Aguaya:
Coincido con usted, El Rapto de las Mulatas es el mas conocido y el mas bello.
Gracias.
Bueno, yo sí estuve allí. Pero el único recuerdo nítido que tengo de esa visita es el camino de entrada con los culos de botella. Y el color azul. Verde y azul. Y cierta mejor compresión de Servando Cabrera, cuya casa había visitado un poco antes.
Buen homenaje.
Estimado Cheo Malanga: Su artículo es excelente. Ayer se lo pasé a varias personas.
Linden Lane Magazine publicó hace años varios de los textos autobiográficos y otros sobre escritores franceses de Eva Frejaville, mujer extraordinaria, aún ya anciana no dejaba de escribir y aprender, además de enseñar en un college. Pero nunca quiso hablar de Carlos Enriquez, ni mucho sobre Alejo. Ella fue la que me envió sus artículos, vivía en California, donde según le oi decir nadaba todos los días. No había perdido la vitalidad que la acompañó siempre. Tengo guardados y los aprecio en todo lo que valen, sus cartas y textos.
La Casa Azul, que he fundado aquí en Fort Worth, Texas, se inspira en el color y la cubanía de esa casita, de ese Hurón Azul, que así se llama también un cuadrito pintado por René Portocarrero y que colgaba en la puerta de la cafería de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). ¿Quién sabe por dónde andará ahora?!!
Sus artículos son muy profesionales, amigo Cheo Malanga, verdaderas joyas de información sobre nuestra Cuba. Un gran acierto de nuestro Eufrates el incorporarlo a usted como colaborador.
A riesgo de caerle pesada, sin embargo,voy a decirle algo: lo único que no me gusta es ese nombrecito suyo. Me parece demasiado populachero para un señor que es un gran arquitecto y profesional en todos los sentidos. Pero respeto su decisión.
Gracias.
Bendiciones,
Belkis
www.belkiscuzamale.blogspot.com
www.belkiscubanparadiseart.blogspot.com
www.lacasaazul.org
www.lacasaazulcubana.blogspot.com
Muy bueno. La puerta de zinc del baño, con Eva pintada, la recuperó del patio del Hurón, Jorge Fernández de Castro, hermano de José Antonio. Cuando Carlos se encontró (decía él) a Eva acostada con otra mujer, la botó de la casa y tiró todo lo que tenía que ver con ella al patio. Jorge y su esposa Marta, muy buenos amigos de Carlos, rescataron la puerta y la tuvieron en su apto. de I y 15 varios años, hasta que la dieron en depósito el Museo Nacional.
Este post es conmovedor para mí porque formé parte del equipo fundador de la Casa Memorial Carlos Enríquez o Hurón Azul. Eulalia Casas, Esperanza Maynulet, Otón Baró y un servidor, luchamos durante cinco años (1981-1986)para que este lugar memorable de la bohemia habanera se abriera como un atractivo foco de cultura. Hubo que luchar contra muchos obstáculos, vencer resistencias, indolencias e incomprensiones de la burocracia castrista y de los seborucos del oficialismo cultural. Desde buscar la disposición de un presupuesto, localizar a posibles donantes de pertenencias y obras de arte, hasta reconstruir con nuestras propias manos fragmentos del recinto, todos esos años de nuestra vida fueron empeñados en tan noble proyecto. Hoy día El Hurón Azul nuevamente corre el riesgo del abandono y la negligencia. Tengo noticias de que el comején, la humedad y la falta de mantenimiento ha hecho estragos en la modesta construcción, poniéndose en riesgo la preservación del lugar y de la pequeña pero valiosa colección que atesora.
El gran amor de Carlos fue la parisina Eva Fréjaville, escritora que creyó encontrar en el trópico la savia intelectual. Pero su vida, debido a sabe Dios que misterio entre piernas, se hizo centro de un torbellino erótico. Primero, fue amante de Alejo Carpentier, quien la presentó al pintor en un convite en El Hurón Azul. Precisamente, en una de las bacanales en los predios de Carlos, se inició el flirt clandestino del pintor con Eva que culminó con un rapto público en el Malecón evadiendo los disparos del revólver de Carpentier. El autor del Viaje a la Semilla nunca más pisaría El Hurón Azul. Meses después, en otras de las orgías de la finquita de Párraga, el escritor Enrique Labrador Ruiz, eufórico de humo y alcohol, se propasó con la francesa y la reacción de Enríquez fue virulenta, expulsándolo a golpes de la tertulia alucinante. La relación de Eva con Carlos siempre fue tormentosa, el narcisismo del pintor ahogaba el albedrío de Eva. De ese conflicto insalvable sacó ventaja Cynthia Carleton, una inglesa que asistía a las reuniones del Hurón acompañada por el estilista Reneé. Aparentemente, Carlos disfrutaba de los lances eróticos entre Eva y Cynthia sin imaginarse que más allá de la pasión, entre las dos mujeres crecía una íntima ternura. La fuga de Eva con Cynthia fulminó al artista quien no halló consuelo ni siquiera con Germaine y su hermana, dos lindas mulatas haitianas provenientes de una familia adinerada, que se enamoraron al unísono de la bohemia y la fogosidad de Carlos. El artista llegó a convivir con ambas en la misma en la misma cama.
Enumero algunas de las personalidades que disfrutaron en algún momento de las reuniones incandescentes en El Hurón Azul: Max Jiménez, Félix Pita Rodríguez, Juan Bosch, Alejo Carpentier, Sandú Darié, Enrique Labrador Ruiz, Palko Lukacs, Nicolás Guillén, Manuel Altolaguirre, René Portocarrero, Juan David, Rómulo Gallegos, Agustín Guerra (Guerrita), Juan Ramón Jiménez, María Luisa Gómez Mena, Cynthia Carleton, Fidelio Ponce, Reneé, José Antonio Fernández de Castro... La Eva desnuda en el baño es una bella pieza cuyo original está en el Bellas Artes de La Habana. Fue una pieza que cuando se rescató hubo que hacerle un concienzudo trabajo de restauración, pues Carlos por despecho la cubrió con lechada. Antes él había colocado este óleo sobre zinc en la cara interior de la puerta del baño de El Hurón Azul. Allí, justamente, se colocó una reproducción de la misma protegida por un acrílico.
Carlos ha sido el gran trasparentista de América y su obra se sobrepone a su personalidad controversial, irreverente y rebelde rayando a veces la irracionalidad. Por ello es que saludo este sentido tributo del Imparcial Digital. Gracias, Eufrates.
Muchas gracias a Belkis, Ric y JR por sus invaluables aportes. Con sus experiencias y conocimientos sobre el tema han resultado un importante complemento a este post.
JR quisiera comunicarme con usted. Puede escribirme a la siguiente dirección: arqcheomalanga@yahoo.es y dejarme su dirección electronica.
Muchas gracias a todos por homenajear a Carlos Enriquez.
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