ESTRENO MUNDIAL: “PINELLI” por PAQUITO D’RIVERA

Pinelli

El “chaca-chaca” de la máquina de coser de Primitiva la costurera de la casa de al lado no paraba. A finales de los años cincuentas, la tía Primi––como todos conocían a la anciana en el barrio––, se había ganado aquella máquina Singer en un concurso de un programa de la televisión cubana que se llamaba “Aquí Todos Hacen de Todo”. Ese programa, que era patrocinado por el detergente ACE, más tarde lo convirtieron en “ACE hace de todo”. En el show había un segmento que se llamaba "el palo ensebado", donde traían una pareja, casi siempre de recién casados, y mientras el marido trepaba tratando de llegar a la cúspide de un mástil embarrado de grasa y alcanzar a bajar la ansiada banderita con las letras ACE, la esposa, ayudada por el público le gritaba desde abajo: ¡Sube Pepito Sube-Sube Pepito Sube!, o cualquiera que fuera el nombre del esposo. Al llegar el comunismo en 1959, se fue acabando el detergente, el sebo y hasta el palo en qué treparse, así que el programa se convirtió en “El Show del Mediodía”, y el animador de todos aquellos espectáculos televisivos era un tipo calvo, chistoso, flaco hasta la transparencia, inteligente, hábil y jodedor que se llamaba Germán Pinelli.

Pinelli, quien era un hombre muy culto, en su juventud había aprendido a tocar el piano y el arpa, y su hobby era el cultivo de las más exquisitas orquídeas. Famoso y querido por todos, el flaco Pinelli se burlaba de todo y de todos, lo mismo en su programa que por dondequiera que pasaba; así que un buen día, poco antes de comenzar la grabación del “Show del Mediodía”, los miembros de la la Orquesta Cubana de Música Moderna le prepararon una broma que parecía perfecta. Los músicos fueron dorándole la píldora hasta que llevaron a Pinelli a decir una palabra que rimaba con otra que ellos repetían al unísono inmediatamente que él decía la suya. El truco dio el resultado esperado; Pinelli mordió el anzuelo y dijo la palabra mágica que lo puso en ridículo no solo delante de la orquesta, sino de los técnicos, los demás locutores, un nutrido número de niños de cierta escuela primaria que visitaban el programa, más el público que abarrotaba los estudios de CMQ Televisión.
Pero el flaco locutor hizo gala una vez más de su extraordinaria agilidad mental y reponiéndose inmediatamente de la sorpresa, contestó con toda calma: “Yo llevo como 50 años burlándome de un montón de comemierdas, y hasta me pagan por ello; así que por una vez que un montón de comemierdas se conjuren pa’ burlarse mí, no tiene nada de particular”.
Genial, ¿no es cierto?

Paquito D’Rivera

Del libro en preparación
“Paisajes y Retratos”