Hasta hace tres años, una de mis tareas domésticas por toda una década fue sacar a “caminar” a los dos shit-zus de mi hogar. Aquí en New York, nuestros desafortunados pets no tienen patios, la única opción es bajar unos cuantos pisos y darle la vuelta a la manzana.
Como de responsabilidad se trataba, apliqué la variante B: Buscarle el lado placentero a la tarea obligatoria, diaria, de antes de ir y al regresar de la oficina. Imaginen, años tras años, por la mañana y por la tarde, la misma rutina. Hasta que empecé a disfrutar verdaderamente de las ventajas:
● Hacía ejercicio ● Socializaba (me hice amigo de toda la manzana; les debo la historia de Olga y Walter) ● Descubría los detalles de mi barrio ● Veía surgir edificios altos donde antes había solares yermos (como el preferido de mis perros cuando eran poppies) ● Me enteré de trivialidades que atesoro
Pero, al divorciarme, ex-Escolástica quedó a cargo de la custodia de nuestros pets, de mutuo acuerdo por el bienestar de los mismos, y se fueron muy lejos. Y yo casi me muero de desolación por no tenerlos. Cuento esto porque, si usted ha pasado por una separación similar con su pet -o una peor- entenderá lo que padecí, y aun hoy padezco.
Al llegar anoche a mi casa, tenía un correo electrónico de mi amiga Vivian Gude, a quien les presenté en este post un mes atrás, con la noticia de que su perra Ylva había fallecido. La llamé enseguida para darle el pésame, y en medio de la conversación me cuenta esta anécdota, muy propia de las cosas y situaciones que la rodean: Phil Cruz, veterinario de su perra, es tataranieto del médico chino, según él le dijo.
Me quedé boquiabierto. Nunca imaginé que hubiese existido el tal médico chino. Encontes, Vivian me envió la historia de Cham Bom Biá, El Médico Chino, encontrada por ella en el webstie de juanperez.
Comparto con ustedes, además, la nota que Vivian nos mandó a sus amigos sobre su Ylva.
Como de responsabilidad se trataba, apliqué la variante B: Buscarle el lado placentero a la tarea obligatoria, diaria, de antes de ir y al regresar de la oficina. Imaginen, años tras años, por la mañana y por la tarde, la misma rutina. Hasta que empecé a disfrutar verdaderamente de las ventajas:
● Hacía ejercicio ● Socializaba (me hice amigo de toda la manzana; les debo la historia de Olga y Walter) ● Descubría los detalles de mi barrio ● Veía surgir edificios altos donde antes había solares yermos (como el preferido de mis perros cuando eran poppies) ● Me enteré de trivialidades que atesoro
Pero, al divorciarme, ex-Escolástica quedó a cargo de la custodia de nuestros pets, de mutuo acuerdo por el bienestar de los mismos, y se fueron muy lejos. Y yo casi me muero de desolación por no tenerlos. Cuento esto porque, si usted ha pasado por una separación similar con su pet -o una peor- entenderá lo que padecí, y aun hoy padezco.
Al llegar anoche a mi casa, tenía un correo electrónico de mi amiga Vivian Gude, a quien les presenté en este post un mes atrás, con la noticia de que su perra Ylva había fallecido. La llamé enseguida para darle el pésame, y en medio de la conversación me cuenta esta anécdota, muy propia de las cosas y situaciones que la rodean: Phil Cruz, veterinario de su perra, es tataranieto del médico chino, según él le dijo.
Me quedé boquiabierto. Nunca imaginé que hubiese existido el tal médico chino. Encontes, Vivian me envió la historia de Cham Bom Biá, El Médico Chino, encontrada por ella en el webstie de juanperez.
Comparto con ustedes, además, la nota que Vivian nos mandó a sus amigos sobre su Ylva.
Me da mucha pena comunicarles que mi querida perra Husky, Ylva, tras una penosa enfermedad, se fue al cielo de los angelitos caninos hoy.
Allí le será dado alcanzar a las palomas que nunca pudo agarrar, a los patos que se le escapaban saltando al agua, que ella detestaba, a las ardillas que, pícaras le hacían muecas burlonas desde las ramas del caobo. Allí, descubrir animalitos silvestre e inesperados en el piasaje urbano.
Pudo gozar su vida al máximo, aun estando muy enferma, porque hice todo lo posible para prolongársela de una manera cómoda. Cuando se le fueron las ganas de vivir le procuré una buena muerte, sin sufrir el pánico al veterinario, llena de compasión, rodeada del ser al que ella más quería, yo, y de sus hermanitas o primitas o socitas, Emily y Flicka.
YLVA SIEMPRE ESTARÁ EN EL CORAZÓN DE LOS QUE LA CONOCIMOS, EN ESPECIAL EN EL RINCÓN MÁS ÍNTIMO DE MI ALMA, RESERVADO PARA LOS QUE MÁS HE QUERIDO Y QUIERO.
DESCANSA EN PAZ.
Su mamá, Vivian
Allí le será dado alcanzar a las palomas que nunca pudo agarrar, a los patos que se le escapaban saltando al agua, que ella detestaba, a las ardillas que, pícaras le hacían muecas burlonas desde las ramas del caobo. Allí, descubrir animalitos silvestre e inesperados en el piasaje urbano.
Pudo gozar su vida al máximo, aun estando muy enferma, porque hice todo lo posible para prolongársela de una manera cómoda. Cuando se le fueron las ganas de vivir le procuré una buena muerte, sin sufrir el pánico al veterinario, llena de compasión, rodeada del ser al que ella más quería, yo, y de sus hermanitas o primitas o socitas, Emily y Flicka.
YLVA SIEMPRE ESTARÁ EN EL CORAZÓN DE LOS QUE LA CONOCIMOS, EN ESPECIAL EN EL RINCÓN MÁS ÍNTIMO DE MI ALMA, RESERVADO PARA LOS QUE MÁS HE QUERIDO Y QUIERO.
DESCANSA EN PAZ.
Su mamá, Vivian
5 comments:
No hay nada que duela tanto como la pérdida de un ser querido y esto es extensivo a todos aquellos pequeños seres que nos acompañan como son los perros, los gatos y un largo etcétera.
Recuerdo que mi tío (QEPD) críaba canarios en un amplio espacio que tenía en su casa en una zona cerca del Shea Stadium en Queens. Cuando lo visitaba me maravillaba la dedicación que le ponía al cuidado de los pajaritos, pero también lo que sufría cuando alguno se le moría.
Vivian, lo siento de todo corazón
tengo una perrita shitzu que me tiene cogida la baja. De maylin ella hace lo que quiere.
saludos eu.
tony
Creo que el nombre de Cham-Bom se lo puesieron al chinito porque no sabia hacer bien las cosas o no era realmente un médico.
Siento mucho la pérdida de la perrita de Vivian. De chico en mi casa de Aldabó siempre hubo mascotas (perros y gatos, principalmente) y sé lo que se siente cdo uno de esos miembros de la familia se van, sobre todo, cdo quedan pocas cosas que poseer. Tambien tengo un recuerdo especial de mi hija Maria José cdo, siendo apenas una niña de unos 4, 5 o 6 años, lloró mientras sepultábamos a nuestra "Canela", en el patio de la casa de Caimito del Guayabal. Fue toda una ceremonia luctusoa a la que también asistieron nuestras queridas vecinas Mimy y Rosy.
Pero también quiero aprovechar el comentario, para transcribir el otro que dejé en el post con la entrevista a Vivian, por si ella no lo leyó todavía:
"Qué digo yo eslabón perdido. Toda una verdadera cadena...!!!!
Me han gustado mucho la entrevista, pero más la protagonista. Historia admirable e inspiradora, como la de tantos anónimos".
Gracias a todos por sus comentarios. Es curioso como lo último que queremos darle a nuestras criaturas queridas -sean personas o animales- es la constancia de que no pasaron sin pena ni gloria por este mundo; que dejaron una huella.
A Luisc... pues gracias, me alegra que te haya interesado la entrevista.
Vivian Gude
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