Wednesday, July 30, 2008

PARA CHEO Y GÜICHO, POR DEVOLVERME A BARACOA


El viernes pasado, el estimado arquitecto Malanga publicó una reseña sobre el Yunque de Baracoa, comenzando así la nueva serie sobre los Monumentos Nacionales, sin que esto quiera decir que descuidará su columna semanal de sabrosos recorridos a través de la arquitectura de nuestra capital. Al final de ese viernes, cuando tuve un minuto libre para leer los comentarios de los lectores, me conmovió el emotivo recuerdo dejado por el dilecto Güicho. Así fue que, mientras lo leía, recuperé mis más queridos recuerdos de una visita a Baracoa hace aproximadamente 25 años.


De pronto llené mis pulmones nuevamente con el olor del salitre de su malecón, me detuve frente al hotel de La Rusa, y me atolondré con la belleza de la tupida vegetación que rodea aquellos techos de tejas rojizas y terracotas. Hasta logré visualizar otra vez el hotel El Castillo, donde me hospedé, todo ello gracias a las anécdotas de Güicho y el paseo brindado por el arquitecto Malanga.


Encontré esta foto en internet del hotel El Castillo. Sinceramente no lo recuerdo tan pintado y renovado, no se qué le parecerá a Güicho o a cualquier otro lector que allí se haya hospedado. Tengo la sensación de que, en la época de mi visita, se notaba a simple vista por su estructura que había sido una fortaleza y la mampostería exterior conservaba la aspereza de las piedras. Puede que la memoria congelada se haya transformado con uno de mis senior moments. Sin embargo, la culpa de todo mi olvido la tuvo un AN-12 o aparato similar, avión al cual recuerdo como el de la foto posterior, quizás grabado en mi hard-drive un poco más pequeño.

La historia fue así: Al llegar a Baracoa, el “compañero ideológico” que debía “atenderme” había olvidado hacerme la reservación del hotel. A modo de “embaraje y muela”, trató de que me hospedara en un hotelucho de madera, con baño colectivo y puertas con cerraduras dudosas. Me negué en el acto, no iba a exponer mis equipos fotográficos, los de mi trabajo, y las pocas fantasías textiles que un cubano mortal en la Isla podía poseer, por un incumplimiento del susodicho. Pregunté cuál era el mejor hotel de la ciudad y un amable baracoense me señaló loma arriba. Allí, majestuoso, estaba El Castillo.


El recepcionista del hotel me juró y perjuró que no tenía habitación libre. A cambio, yo le juré y perjuré que no me movería del vestíbulo, porque aquellos sofás eran más atractivos que la habitación del hotelucho de madera del pueblo. En medio de la discusión, que ya se tornaba belicosa, aparecieron dos pilotos para recoger la llave del cuarto donde se alojaban. Para mí, aparecieron como por arte de magia, porque al intervenir ellos y enterarse de qué se trataba la casi trifulca, me dijeron que podían tirar un colchón en el piso de la habitación de ellos para mí, que espacio sobraba.

El hotel de La Rusa

Después de un par de tragos, los pilotos y yo nos habíamos convertido en amigos de la niñez; y fue así que esa misma noche me enteré de que la ruta más corta que tenía Cubana de Aviación, era precisamente la que piloteaban mis nuevos socios: De Baracoa a Maisí en 15 minutos. De más está decirles que al otro día, Eufrates voló en la cabina de aquel avioncito los tres roundtrips diarios que se hacían en esa época sobre los 70 kilómetros más orientales del país. Buscando más información para verificar mis recuerdos con la realidad o la actualidad, me enteré que hoy día la ruta Baracoa-Maisí se hace tres veces a la semana solamente. Por supuesto, la información –en inglés- explica que por culpa del bloqueo, contradiciéndose al decir que la misma ruta se inauguró gracias a quien ustedes saben en 1970, año en el cual ya el embargo existía. Lo típico.


Después de pasarme dos días Maisí abajo, Baracoa arriba, al tercero logré hacer realidad el sueño de toda persona sin habilidades y aptitudes para ser piloto: Manejar un avión sin tener que estudiar todas sus complicaciones. Por más que yo sabía que el capitán de la nave era quien estaba a cargo de todos los controles, el sentarme en el asiento del co-piloto, seguir las instrucciones que me llegaban por los audífonos, comprobar los relojes de navegación, y a la vez contemplar desde tan privilegiada posición aquel paisaje majestuoso, fui yo quien piloteó el avión esa tarde. Esta experiencia, única y aventurera, es la que me hace recordar Baracoa desde una óptica diferente. De paso, confesaré, que pocas veces he contado la anécdota, aterrado por la irresponsabilidad de mis compinches de entonces y mía, ya que esa ruta era de pasajeros. No recuerdo bien si viajaban 7 ó 12 personas en cada vuelo, aunque me inclino por la primera cifra. Menos mal que aquellos pilotos tan simpáticos no accedieron a la última de mis insistencias: ¡Que me permitieran participar en el aterrizaje!

15 comments:

Isis said...

Como está La Rusa de Baracoa (que como saben, Carpentier utilizó en su panfleto "La consagración de la primavera"; y supongo que el nombre del hotel es por ella), ahora existe El Piloto de Baracoa: ¡Eufrates!

Anonymous said...

Don Eufrates, pero mire que usted es aguerrido. Gracias. Niobe.

Anonymous said...

Eufrates:
Hoy ha dejado de existir mi héroe favorito, el "agente 007".
Lo sustituiré por..... "Eufrates 008".
En serio, muy bella historia de su visita a Baracoa.

Anonymous said...

Oigame Eufrates, pero usted era un locote !!!- con el permiso de Escolastica- asi le deciamos las pepillas del Machadato a los chiquillos locos...ji,ji.

Que buena historia! Ay, y cuando nos contara sus memorias!?

Tuta

Aguaya said...

Qué anécdota, Eu!!!!!! piloto de ahora para luego!!! qué le echó a los tragos que tomaron al conocerce ud. y los "verdaderos" pilotos???
LOL

Anonymous said...

Don Eufrates:
Muchas gracias por este hermoso viaje a Baracoa.
Una pregunta....Puedo ir reservando pasajes en su avión, para nuestro viaje al próximo Monumento Nacional?.

GeNeRaCiOn AsErE said...

ja' me vino en flash back, la imagen de aquella película 'épica'y te vi ya pilotando el avion y todo.
"You can do it, EU", you can do it.
Nunca estuve en Baracoa y los detalles los aprecio.

nos vemos, tony.

Vladimir Guillot (alias Cuco) said...

Qué clase de irresponsable!...ojala ud. y los pilotos sigan siendo los mismos irresponsables hoy dia, ya serían 3, y faltarían 9...
Si, dicen que es con 12 la cosa!..(a mi no me creas EU....)

Anonymous said...

Eúfrates muy estimado:
Por medio del común amigo Bustro he empezado a pasearme por la blogosfera cubana y estoy impactada. Admiro a todos los que como tú dedican tiempo, esfuerzo y neuronas a mantener estos sitios vivos y coloeando. Tus artículos me han gustado mucho y ya estoy enganchada con la serie de los monumentos. Nunca estuve en Baracoa pero tu historia de pilotaje inopinado ha hecho que me ponga a buscar más info sobre esa ciudad. Desde ahora tu fiel lectora
Teresa Dovalpage

Jorge Salcedo said...

Bueno, una de las cosas que lamento es no haber viajado más dentro de Cuba. "Viajar" y "dentro de Cuba" eran cosas que yo no podía poner en una sóla frase entonces. Era muy joven, digamos, para embarajar la falta. Estas anécdotas, desde la perspectiva cubana, se agradecen.
Supongo, Eufrates, que usted también era muy joven cuando pidió participar en aquel aterrizaje.

Eufrates del Valle said...

Si, estimado Salcedo, joven (quizas 23 or 24 anos de edad) e irresponsable, como aclara el amigo Cuco. Pero, no son las mejores aventuras producto de una irresponsabilidad...?

Hoy dia podriamos planificar un viajecito sobrevolando Manhattan, con mis dilectas Isis, Niobe, Tuta, Aguaya, mas los queridos Aseres, Taoro, nuestro Arquitecto, Cuco y usted, estimado Salcedo. Pero, prometo, no tocar los mandos de la nave.... que para algo sirve la edad...

Aguaya said...

Pues yo digo que sí inmediately y me comprometo a tampoco tocar los mandos de la nave...
:-)
Ah, ojalá pudiera man~ana mismo!!!!!

Eufrates del Valle said...

Ah, tambien quiero darle la bienvenida a El Imparcial Digital a la estimada Teresa, quien tambien puede sumarse a nuestro futuro viaje....

Anonymous said...

Wellcome on board, Teresa.

Güicho said...

Ya veo que Baracoa también inspiró vuestra temeridad, Don Eufrates.

(Algo que hoy llamaríamos más bien locura.)

Y le confirmo que El Castillo ya estaba en ese estado remozado en la segunda mitad de los 80. Si la memoria no me engaña, había sido antes cuartel de la guardia rural. Así que nada más apropiado que ese colorcito güevero.