LA HISTORIA DE LA TABERNA MAS ANTIGUA DE LOS ESTADOS UNIDOS
Un inrlandés llamado John McSorley estableció en 1854 una taberna en el Bajo Manhattan que no más inaugurada se volvería refugio de los trabajadores de la zona. La concepción del viejo McSorley era clara: una o dos jarras de cerveza servirían para relajar el estrés acumulado durante la jornada laboral antes de regresar a los hogares.
Su concepto fue tan sólido como el mobiliario escogido: mesas y sillas rústicas y un mostrador de madera maciza que siglo y medio después continúan ofreciéndole la bienvenida al visitante sediento.
McSorley’s Saloon es considerada la taberna más antigua de los Estados Unidos y traspasar sus puertas es adentrarse en una atmósfera de tradición y permanencia, ya que conserva en sus paredes el paso del tiempo. Más allá de sus muebles originales, estrenados por su fundador en el Siglo XIX, sus tabiques sostienen la historia de este país a través de reminescencias y recuerdos colgados en ellos. La portada del New York Times el día que se hundió el Titanic; imágenes del área de Battery Park en 1900; fotografías de célebres personalidades, como boxeadores, políticos y hombres de negocios; un retrato de Peter Cooper –asiduo del salón- y otro del patriarca McSorley, imponiendo su presencia centeneria; fotos de distintos eventos celebrados allíi, como las fiestas anuales que se daban para los trabajadores de la taberna; Robert y John Kennedy, Bill Clinton y Al Gore; anuncios de comedias famosas o la primera plana del New York Herald anunciando el asesinato del presidente Lincoln.
El ambiente de McSorely era netamente masculino. Las esposas sabían que sus hombres habían estado allí camino a casa por la mezcla de queso irlandés y rebanadas de cebolla con cerveza en sus alientos. Ninguna mujer pasó las puertas de aquel recinto rudo con olor a tabaco hasta el año 1970, época en que el salón sufrió su primera y única transformación, la adición de un servicio sanitario para damas.
Una vieja madera repujada sintetiza la filosofía del viejo McSorley: “Be Good or Be Gone...” (pórtate bien o te vas, diríamos en español), a la vez que el peculiar menú de la casa es escueto: una simple hoja laminada; en una de sus caras anuncia que una ronda de cerveza –que son dos jarras a la vez- cuesta $4.00, y otras minudencias para entretener el estómago, y la otra cara reproduce un artículo escrito por Hutchins Hapgood publicado en Harper’s Weekly el 25 de octubre de 1913, contando la historia del lugar.
La única mujer que ha trabajado como mesera en McSorley’s es Teresa, una de las cuatro hijas del dueño hace seis años atrás. En ese momento ella era una muchacha de a penas 32 años, que a falta de varones entre los descendientes, ayudaba a su padre y aprendía el negocio para que este quedara en la familia. Le pregunteé ese día a Teresa el por qué no se actualizaba la historia de la taberna reproducida en el menú, y con voz calma respondió que nada había cambiado desde la fecha, salvo la adición del cuarto de baño femenino.
Dadas las remembranzas que guardan sus paredes y todos sus artículos originales y de época, McSorley’s Saloon cuenta con un guardia de seguridad dentro del establecimiento desde la hora del cierre a la una de la madrugada hasta que abre sus puertas a la mañana siguiente.
La taberna está ubicada en la calle 7, entre las Avenidas Segunda y Cooper –que vendría siendo la Tercera Avenida en esa zona- en el animado y juvenil vecindario del East Village, en una calle donde también hay otras cervecerías antiguas o de moda, justo a una cuadra paralela del insomne St. Marks Place.
El precio módico, el polvo ancestral, el aserrín regado en el piso y todo su ambiente cálido, bullicioso e histórico hacen de McSorley’s una taberna única y obligada de visitar en la Gran Manzana.
Su concepto fue tan sólido como el mobiliario escogido: mesas y sillas rústicas y un mostrador de madera maciza que siglo y medio después continúan ofreciéndole la bienvenida al visitante sediento.
McSorley’s Saloon es considerada la taberna más antigua de los Estados Unidos y traspasar sus puertas es adentrarse en una atmósfera de tradición y permanencia, ya que conserva en sus paredes el paso del tiempo. Más allá de sus muebles originales, estrenados por su fundador en el Siglo XIX, sus tabiques sostienen la historia de este país a través de reminescencias y recuerdos colgados en ellos. La portada del New York Times el día que se hundió el Titanic; imágenes del área de Battery Park en 1900; fotografías de célebres personalidades, como boxeadores, políticos y hombres de negocios; un retrato de Peter Cooper –asiduo del salón- y otro del patriarca McSorley, imponiendo su presencia centeneria; fotos de distintos eventos celebrados allíi, como las fiestas anuales que se daban para los trabajadores de la taberna; Robert y John Kennedy, Bill Clinton y Al Gore; anuncios de comedias famosas o la primera plana del New York Herald anunciando el asesinato del presidente Lincoln.
El ambiente de McSorely era netamente masculino. Las esposas sabían que sus hombres habían estado allí camino a casa por la mezcla de queso irlandés y rebanadas de cebolla con cerveza en sus alientos. Ninguna mujer pasó las puertas de aquel recinto rudo con olor a tabaco hasta el año 1970, época en que el salón sufrió su primera y única transformación, la adición de un servicio sanitario para damas.
Una vieja madera repujada sintetiza la filosofía del viejo McSorley: “Be Good or Be Gone...” (pórtate bien o te vas, diríamos en español), a la vez que el peculiar menú de la casa es escueto: una simple hoja laminada; en una de sus caras anuncia que una ronda de cerveza –que son dos jarras a la vez- cuesta $4.00, y otras minudencias para entretener el estómago, y la otra cara reproduce un artículo escrito por Hutchins Hapgood publicado en Harper’s Weekly el 25 de octubre de 1913, contando la historia del lugar.
La única mujer que ha trabajado como mesera en McSorley’s es Teresa, una de las cuatro hijas del dueño hace seis años atrás. En ese momento ella era una muchacha de a penas 32 años, que a falta de varones entre los descendientes, ayudaba a su padre y aprendía el negocio para que este quedara en la familia. Le pregunteé ese día a Teresa el por qué no se actualizaba la historia de la taberna reproducida en el menú, y con voz calma respondió que nada había cambiado desde la fecha, salvo la adición del cuarto de baño femenino.
Dadas las remembranzas que guardan sus paredes y todos sus artículos originales y de época, McSorley’s Saloon cuenta con un guardia de seguridad dentro del establecimiento desde la hora del cierre a la una de la madrugada hasta que abre sus puertas a la mañana siguiente.
La taberna está ubicada en la calle 7, entre las Avenidas Segunda y Cooper –que vendría siendo la Tercera Avenida en esa zona- en el animado y juvenil vecindario del East Village, en una calle donde también hay otras cervecerías antiguas o de moda, justo a una cuadra paralela del insomne St. Marks Place.
El precio módico, el polvo ancestral, el aserrín regado en el piso y todo su ambiente cálido, bullicioso e histórico hacen de McSorley’s una taberna única y obligada de visitar en la Gran Manzana.
8 comments:
cheer up!
xxooxx
usted todos los dias me saca una baraja nueva de la manga, mr. eufrates. Ron
I love this place, dearest. Really? R u comming tonite? Let me know... I won't miss u!!!
Buen tema, que disfruten sus cervezas. También me gustaría conocer sobre algún sitio emblemático de Jazz en NY. Saludos.
Una especie de Bodeguita of the Middle, yumeca original. I like your blog. Por cierto, Eufrates, Tal vez pueda Ud. contestarme una pregunta: Cual era el nombre del perrito de la senora de Arencibia, el sargento? Gracias.
Estimado correligionario Machetico, me alegra que le guste el Imparcial Digital. Si mal no recuerdo el perrito de la esposa de Arencibia era "mirringuita", o quizas este confundiendolo con un perrito de mi familia en algun momento determinado. Pero tengo esa impresion de "mirriguinta"... Al estimado ElGentelman, no soy muy fanatico del jazz a no ser el tradicional, pero en cuanto tenga tiempo preparo algo sobre los mejores lugares de jazz en NYC. De que los hay los hay.... para todo gusto.... Gracias a los dos.
Jacintico. El perro de la concubina del sargento se llamaba Jacintico. Mirringuita era el perro sonoro (el imitador Rogelio García, luego escuchado en Miami y visto en Miami, brevemente) de Rita la de Paco en Alegrías de sobremesa).
Cuban Tubewatcher
Querido Eufrates,
Soy yo de nuevo, Tuta, resulta que he estado con un catarro malisimo que me largo en la cama, por eso no me habia comunicado con usted.
Sobre todo por su escrito sobre el Mc Sorleys, dejeme decirle que hace unos siete agnos, en mi primer viaje a Nueva York- ya le dije que esa ciudad es la unica del mundo?- y no he viajado un poco con Macho y los muchachos- que me recuerda a La Habana.
Imaginese ud! Quizas es la energia, la buena vibracion de las dos ciudades. Pero a lo que iba, en ese viaje fui al bar con una queridisima amiga, cubana por cierto,y la pasamos de maravilla. Y hace rato que no se de ella, pero la voy a llamar en un rato.
Asi que le agradezco la buena memoria, y le digo que le he hablado de su blog a la gente en mi oficina, y les encanta!
Bueno, Eufrates seguire leyendo mas tarde: Macho quiere la comida, ay estos hombres!
Tuta
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